
La startup Elo Life inició ensayos de campo con sandías biotecnológicas capaces de producir mogrosido V, el compuesto súper dulce del fruto del monje. Su apuesta de biopharming replica esta molécula en cultivos escalables como la sandía y la remolacha azucarera, con miras a lanzar en 2026 un jugo y un polvo edulcorante de alta intensidad a costo competitivo.
ChileBio / 12 de septiembre de 2025.- A inicios de junio, FoodNavigator-USA publicó una entrevista exclusiva con Todd Rands, CEO de Elo Life Systems, en la que reveló el inicio de ensayos de campo con sandías capaces de producir mogrosido V, la molécula natural responsable del intenso dulzor del fruto del monje. La hoja de ruta de la compañía contempla poner en manos de los clientes un jugo “súper dulce” y un polvo tan pronto como 2026, con el objetivo de facilitar reformulaciones que reduzcan azúcar sin sacrificar sabor ni sencillez de etiqueta.
La apuesta de Elo se apoya en una idea tan simple como potente: fabricar moléculas dulces de plantas complejas de procesar pero en cultivos de gran escala agrícola. En lugar de extraer mogrosidos de un fruto exótico y estacional, la empresa reconstruyó la ruta biosintética de esos compuestos en cultivos domésticos (primero sandía para ingredientes líquidos; luego remolacha azucarera para polvos) aprovechando la infraestructura agrícola y de procesamiento que ya existe. Según explicó Rands, el fruto del monje “es exótico… y extremadamente caro” de escalar; llevar su dulzor a la sandía permite crear un jugo concentrado “que preserva el sabor que el consumidor espera”.
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¿Por qué mogrosido V? Porque se trata de un glicósido triterpenoide 200–300 veces más dulce que la sacarosa, con un perfil organoléptico que se acerca más al “dulzor azucarado” que alternativas populares como la estevia. El problema de fondo no es la química, sino la oferta: el fruto del monje se cultiva en zonas remotas de China, requiere polinización y cosecha manual, y su extracción a gran escala es costosa y vulnerable. Al producir el mismo compuesto en sandías cultivadas a campo, Elo promete mayor volumen, costos más bajos y abastecimiento local.
En paralelo, los edulcorantes artificiales no nutritivos (como aspartame, sacarina o sucralosa) han ganado popularidad a medida que crece la conciencia sobre los riesgos del exceso de azúcar. Su efecto en la salud sigue siendo un área activa de investigación: hay estudios que muestran que su consumo puede alterar la microbiota intestinal e incluso inducir intolerancia a la glucosa en modelos animales. Aunque estas evidencias no son definitivas, la investigación preliminar plantea la posibilidad de que algunos de estos compuestos contribuyan a parte de los problemas de salud que estaban destinados a resolver. Este telón de fondo ayuda a explicar por qué Elo propone reemplazar azúcar y endulzantes artificiales con mogrosidos producidos en cultivos y con perfil sensorial “tipo azúcar”.
El salto del invernadero al campo ocurrió durante el primer semestre de 2025 (según la entrevista de FoodNavigator-USA). De acuerdo con Rands, esto “desbloquea” lo que viene: más hectáreas, más muestras y material “disponible para clientes” para que equipos de I+D empiecen a formular y poner a prueba el desempeño del ingrediente en matrices reales. La empresa calcula dos temporadas de cultivo para escalar produccción y afinar rendimiento, además de completar su dossier GRAS («Generalmente Reconocido como Seguro») de la FDA, con una fecha esperada de finalización a inicios de 2026; en palabras del CEO, “es un gran paso que abre oportunidades con clientes”.

El contexto de mercado favorece el movimiento. Como subraya un análisis reciente de DCVC (fondo que respalda a Elo), más del 80% de los edulcorantes naturales low/zero calorías se producen hoy en China, y la cadena depende de extraer mogrosidos del fruto del moje: un proceso intensivo en mano de obra, sensible a tiempos y temperaturas, y difícil de escalar sin costos altos ni riesgos logísticos. La tesis de Elo es desarmar esa vulnerabilidad internalizando la producción en cultivos domésticos y reduciendo drásticamente el costo por kilogramo del ingrediente.
Desde la óptica de aplicación y economía, el planteamiento es concreto. DCVC sostiene que el polvo de mogrosidos producido en remolacha puede llegar a costar lo mismo o menos que el jarabe de maíz de alta fructosa (HFCS), y que, en conjunto, los productos de Elo serían ≈65% más baratos/kg que el fruto del monje importado. En líquidos, Elo promociona un “jugo de sandía con fruto del monje” capaz de reducir 25% de azúcar y calorías manteniendo 100% de jugo, algo históricamente difícil sin comprometer sabor o etiqueta. Si esos números se confirman a escala, el impacto para bebidas, lácteos, panificación y confitería sería inmediato: dulzor limpio, menos calorías y cadenas locales.
Detrás de la narrativa comercial hay una base biológica. La percepción del dulzor en la lengua depende de receptores distintos de los sistemas que transportan y metabolizan azúcares en el intestino. Esa separación permite que moléculas no calóricas activen el gusto dulce sin activar (en igual medida) la maquinaria metabólica asociada al exceso de azúcar. En ese territorio compiten proteínas dulces, glicósidos y otros compuestos vegetales; Elo afirma que su ingrediente “supera” a la estevia y al fruto del monje convencional en estabilidad a calor/ácido y performance sensorial, atributos clave para formulaciones industriales.
Queda, por supuesto, ejecutar la escala. Los ensayos de campo deben confirmar rendimientos por hectárea y consistencia sensorial entre lotes, y la purificación deberá entregar un ingrediente estable y estandarizado. Rands (que en la entrevista invitó a colaborar temprano con marcas y compañías de edulcorantes) ve el 2026 no solo como una fecha comercial del producto, sino como un punto de inflexión para pasar de pilotos a cadenas de suministro robustas en suelo doméstico. “Hay oportunidades ahora para colaborar y ver cómo este producto cambia la estrategia de reducción de azúcar”, dijo, llamando a los equipos de I+D a “formulear y jugar” con el nuevo dulce.
Si la hoja de ruta se cumple, el «molecular farming» (o agricultura molecular) dejará de ser una promesa exótica para convertirse en un mecanismo de producción repetible: cultivar dulzor con la misma lógica con que se cultiva alimento, y cerrar la brecha entre lo que la ciencia hace posible y lo que la industria puede pagar y abastecer. En el mejor de los escenarios, desarrollos como el de Elo Life generan un mapa en que los endulzante se redibujan desde sandías y remolachas, con menos calorías, mejor sabor y mayor resiliencia en la cadena. Y lo más interesante (para fabricantes y consumidores) es que ese redibujo no depende de una molécula “nueva”, sino de producir de otra manera una molécula que ya conocemos y preferimos por su sabor.
- Mayor información: https://www.foodnavigator-usa.com/Article/2025/06/05/exclusive-elo-life-sciences-begins-field-trials-of-mogorside-producing-watermelons/ | https://www.dcvc.com/news-insights/elos-breakthrough-science-offers-scalable-domestic-solutions-to-replacing-sugar-and-artificial-sweeteners/