Con el advenimiento de la ingeniería genética, los científicos son capaces de modificar genéticamente organismos vivos, desde las simples levaduras hasta las plantas más complejas, para producir productos farmacéuticos específicos. Estos son productos biofarmacéuticos (como proteínas, incluidos anticuerpos) producidos en sistemas vivos y utilizados con fines terapéuticos, de diagnósticos o como suplementos dietéticos.