Al manipular la expresión de un gen, los genetistas pueden inducir una forma de «memoria de estrés» en las plantas, la cual es heredada por parte de la progenie, dándoles el potencial de un crecimiento más vigoroso, resistente y productivo, según afirman investigadores de la Universidad Estatal de Pensilvania, quien sugieren que el descubrimiento tiene implicaciones significativas para el mejoramiento genético de cultivos.