En UC Davis se utilizó CRISPR para inactivar 2 proteínas relacionadas al ablandamiento del tomate y la degradación de pectinas, obteniéndose frutos que a los 36 días mantenían su textura. Se observaron mejoras en otros aspectos clave como en la calidad de la fruta, en la proporción de azúcar a ácido, los compuestos aromáticos y el color de la piel, sin ningún efecto negativo en el producto final.