La investigación dirigida por la Universidad de Arizona encontró que los árboles en los que se suprimió genéticamente la producción natural de gas isopreno no sufrieron efectos nocivos en términos de fotosíntesis o producción de biomasa. La liberación de gas isopreno a la atmósfera empeora la calidad del aire para la respiración humana, y contribuye al calentamiento global.