La política de la Unión Europea (UE) sobre organismos genéticamente modificados (OGMs), o transgénicos, es extremadamente estricta e impide que se autoricen nuevos cultivos transgénicos. La política se basa en argumentos sobre el riesgo y la falta de naturalidad de las plantas transgénicas, pero estos argumentos no pueden justificar la regulación restrictiva, concluyen tres investigadores daneses en un nuevo estudio en la revista Transgenic Research.