El Tribunal de Justicia Europeo (TJCE) ha confirmado que los argumentos usados en 2008 por algunos agricultores franceses y un grupo de compañías de semillas para prohibir el maíz transgénico MON810 en el territorio galo son ilegales ya que no siguieron el cauce legal correcto. Los jueces han concluido que las medidas adoptadas por Francia se tenían que haber basado en el Reglamento de 2003 sobre alimentos y piensos transgénicos y no en la Directiva de 2001 sobre la liberalización intencional en el medio ambiente de organismos genéticamente modificados.
Además, el TJCE ha aclarado que las medidas de emergencia sólo pueden invocarse cuando existe un riesgo evidente para la salud humana, animal o el medio ambiente, y en el caso del MON810 no se da ninguno de estos riesgos.
La autorización del maíz transgénico MON810 se encuentra actualmente a la espera de renovación en virtud del Reglamento CE 1829/2003. Mientras, el gobierno francés mantiene su prohibición esgrimiendo riesgos para la salud y el medio ambiente.
El principal asesor fiscal del TJCE, Paolo Mengozzi, afirmó que dicha prohibición sólo podría ser dictada por la propia Unión Europea ya que el Gobierno Francés no tiene autoridad para tomar dicha decisión. Mengozzi quiso subrayar la importancia de que nunca se tomen medidas prohibitivas en base a riesgos hipotéticos.
En los últimos 15 años el maíz transgénico MON810 se ha cultivado en todo el mundo, demostrando su seguridad y sus ventajas agronómicas, económicas y medioambientales.
Ante esta irregular situación, la Asociación Europea de Bioindustrias (EuropaBio) considera que el Estado francés no debería seguir negando a sus agricultores la opción de utilizar este tipo de maíz transgénico. Carel du Marchie Sarvaas, Director de EuropaBio, afirmó que “el Tribunal de Justicia Europeo ha dado un veredicto muy claro: los estados miembros no pueden prohibir el uso de transgénicos en base a mitos o rumores”.
Actualmente se cultivan cerca de 150 millones de hectáreas en todo el mundo con semillas transgénicas, tierras cultivadas por más de 15 millones de agricultores, el 90% de los cuales son agricultores de escasos recursos que trabajan en los países en desarrollo.
Fuente: Fundación Antama