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Agricultores y científicos de Bolivia exigen al gobierno aprobar el uso de más cultivos transgénicos

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Bolivia comenzó a cultivar soya genéticamente modificada (GM) resistente a herbicida en el año 2008, con 600 mil hectáreas cosechadas. Desde 2012 hasta el 2014 cosecharon un millón de hectáreas anuales de soya GM, y el año pasado se alcanzó las 1,1 millones de hectáreas, ocupando más del 90% del total de soya producido en el país (ISAAA, 2016). Lo anterior convierte a Bolivia en el país N° 11 por cantidad de hectáreas de cultivos GM.

Está documentado que la soya GM en Bolivia ha significado un beneficio extra aproximado de 200 dólares por hectárea en relación a la variedad convencional debido a un 30% de mayor rendimiento, 22% de ahorro de herbicida, y ahorro de trabajo y manejo agronómico (Paz et al, 2008). Debido a esto, en varias ocasiones los agricultores bolivianos han manifestado al gobierno que permita el uso de variedades transgénicas de algodón, maíz, arroz y caña de azúcar que son cultivos de interés a nivel nacional [La Razón | Página Siete | AgroBio].

En este contexto, recientemente agricultores y especialistas en agronomía y biotecnología han vuelto a solicitar a las autoridades la aprobación de nuevas variedades transgénicas en otros cultivos para controlar mejor las plagas y malezas, reducir el uso de insumos y pesticidas, y aumentar el rendimiento.

“Esperamos la respuesta del Gobierno, pedimos que avancemos en biotecnología, somos una isla en la región, el único país en el que no estamos avanzando en biotecnología, cuando en Paraguay ya tienen más de 12 millones de hectáreas con cultivos con semillas mejoradas, Argentina tiene 60 millones y hace semanas lanzó 36 nuevos eventos modificados, y nosotros seguimos con un millón y para un solo evento”, aseguró el presidente de la filial Cuatro Cañadas de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo), Suzano Terceros. El agricultor dijo que mientras en las tierras bajas de Santa Cruz se produce entre dos a tres toneladas de maíz por hectárea cultivada, países vecinos como Argentina o Perú llegan hasta siete toneladas porque emplean semillas genéticamente modificadas, y por tanto sus costos de operación son más bajos y su competitividad en el mercado, mayor.

“Como no utilizamos esa tecnología hace que no seamos competitivos, y terminaremos trayendo productos transgénicos para el consumo interno porque no tendremos como competir. Sin ir lejos, el maíz que ingresa de contrabando de Argentina es transgénico, pero nosotros estamos prohibidos de hacerlo”, señaló. «Aunque se prohíbe en el país, de todas formas los bolivianos terminarán consumiendo productos transgénicos que ingresan de contrabando», expresó.

La agrónoma Cecilia Gonzales, especialista en biotecnología del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), explicó que después de varios años de una fuerte campaña de desprestigio en contra de los transgénicos promovido por algunas ONGs europeas, la experiencia ha mostrado que la biotecnología ha dado buenos resultandos en diversas variedades agrícolas. “Hay una evaluación de riesgo para las nuevas modificaciones genéticas; estamos diciendo que en cinco años más se puede tener una variedad adaptada a las necesidades locales. Argentina tiene diez nuevos eventos, no solo con transgénesis sino en cisgénesis; es decir, se sacan de una variedad de un pariente silvestre una característica y se la pone en una variedad comercial”, sostuvo. Gonzales dijo que dentro de cinco años, Argentina por ejemplo tendrá mejor papa, trigo, soya y hasta quinua que Bolivia gracias a la biotecnología. La científica advierte que en la actualidad, productos agrícolas convencionales son sometidos a cuatro y más veces de fumigaciones de plaguicidas, mientras que aquellos intervenidos con la biotecnología sólo requieren de una fumigación con herbicidas.

Estudios de la OMS, FAO y Academia de Ciencias de EEUU

Además, provista de recientes y amplias revisiones de estudios llevadas a cabo por la OMS y la FAO así como de la Academia de Ciencias de Estados Unidos, que develan que los cultivos genéticamente modificados y el herbicida glifosato no afectan a la salud, Gonzales demandó al Gobierno permitir el uso de los transgénicos dado que se evidenció que no producen daño.

“El Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras debe reactualizarse para ver cómo usar estas biotecnologías de mejor manera para el país, además de la parte de la bioseguridad porque no es usar cualquier cultivo modificado que puede causar daño”, dijo. Ante el ingreso clandestino de semillas genéticamente modificadas y empleadas en algunas zonas del oriente y el chaco bolivianos, González dijo que es necesario contar con una reglamentación para la implementación de la biotecnología y el uso correcto de cultivos.

“Lastimosamente Bolivia quedó atrás (…) Hay que ver cómo usar la biotecnología, recuperar 10 a 20 años que nos quedamos estáticos y cómo lo vamos a usar porque hace 10 o 15 años no había esta información tan contundente”, manifestó. Según la especialista, si Bolivia no avanza en el uso de la biotecnología, los cultivos se mermarán más, como consecuencia no sólo del cambio climático, sino también del ataque de plagas, como se vio en la última cosecha de arroz y maíz con pérdidas de hasta el 30 por ciento.

 “No es sólo el IBCE. Son muchas las organizaciones que piden reglamentar el uso. La posición del Gobierno hasta ahora ha sido contraria a los transgénicos, pero eso no significa que no estemos abiertos al debate”, dijo, aunque reconoció que aún no hay fecha ni convocatoria oficial para ello. Hasta ahora, el Gobierno permite el uso de transgénicos sólo en el caso de una especie de soya, pero los empresarios agropecuarios piden ampliarlo a otros cultivos.

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