Se estima que la comercialización del arroz dorado se autorizará en 2013, después de un proceso innecesariamente largo y costoso que ha negado a las víctimas de la deficiencia en vitamina A un remedio que hubiera aliviado su sufrimiento. El Doctor Ingo Potrykus, experto en biotecnología vegetal y considerado padre del “arroz dorado”, ha señalado repetidamente que los cultivos Genéticamente Modificados (GM) “podrían salvar a millones de personas del hambre y la malnutrición, si pudieran ser liberados de una regulación excesiva”. Esta es la conclusión a la que llega después de 11 años presidiendo el Proyecto Humanitario del Arroz Dorado (http://www.goldenrice.org), y después de que la Academia Pontificia de las Ciencias organizase el año pasado una reunión en el Vaticano sobre los cultivos GM y la seguridad alimentaria en el contexto del desarrollo.
El arroz dorado contiene dos genes (fitoeno sintasa y fitoeno doble-desaturasa) que producen hasta 35 microgramos del precursor de vitamina A (betacaroteno) por gramo de arroz comestible. El arroz dorado puede aportar vitamina A suficiente para reducir en buena medida las 6.000 muertes diarias que provoca la deficiencia en vitamina A entre las poblaciones consumidoras de arroz de los países en desarrollo, así como salvar la vista a cientos de miles de personas al año, que padecen esta enfermedad de forma innecesaria.
El mejoramiento convencional no puede aumentar el contenido en vitamina A, de modo que el arroz dorado sólo se puede obtener por medio de la biotecnología agrícola. El arroz dorado lleva más de diez años paralizado por demoras innecesarias e injustificables. Es probable que el arroz dorado llegue al mercado en 2013, pero ya estaba listo en el laboratorio en 1999. Potrykus concluye que esta demora se ha debido a procesos reguladores injustificados que discriminan a los cultivos GM frente a los convencionales. Potrykus estima que, en general, cuesta diez años más y diez veces más dinero comercializar un cultivo GM que uno convencional y, de hecho, son los elevados costos de estos cultivos los que impiden que las instituciones públicas de investigación puedan participar en su desarrollo.
Según Potrykus, el reto para un país en desarrollo emergente que tenga experiencia de primera mano y voluntad política para la adopción de cultivos GM es reducir la actual carga reguladora y aplicar un sistema responsable y eficaz. Es importante señalar que esto puede hacerse sin comprometer la seguridad biológica en modo alguno. Además, ese país podría ejercer el liderazgo y servir de modelo para que otros países en desarrollo se embarquen en la misión humanitaria de producir cultivos GM para lograr mayor autosuficiencia en la producción de alimentos, forrajes y fibra.
Fuente: ISAAA