El año 2006 se creó el Consorcio Biofrutales S.A., destinado específicamente al desarrollo de nuevas variedades de uva de mesa. Por su parte, el INIA (Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias) aportó a este consorcio con su Programa de Mejoramiento Genético de Uva de Mesa, lo que permitió crear un programa con reales posibilidades de poner en el mercado variedades con impacto.
El INIA ha abordado el mejoramiento genético de la uva de mesa a través de la ingeniería genética y el objetivo de su mejoramiento es hacerla resistente a hongos y, por tanto, incrementar la producción, reducir los costos derivados del control químico (fungicidas), disminuir la contaminación ambiental y disminuir los riesgos sobre la salud de los trabajadores agrícolas y la de los consumidores.
La variedad de uva con la que se ha trabajado es la variedad Thompson Seedless, la cual ha sido modificada genéticamente para ser resistente a Botrytis cinerea (o pudrición gris) y al oídio, dos de las enfermedades fungosas más importantes que afectan al cultivo de la vid en Chile. Además, se está trabajando en el desarrollo de nuevas líneas transgénicas de vides que sean tolerantes a enfermedades virales y a salinidad.
La vid es el principal cultivo frutícola del país y el principal cultivo de exportación, al punto que existen unas 145 mil hectáreas de esta especie distribuidas entre la Región de Atacama y del Biobío.
Para INIA el mejoramiento vegetal busca obtener nuevas variedades y, en este sentido, disminuye la dependencia de tecnologías extranjeras, constituye una herramienta de negociación frente a dueños de variedades también extranjeras y permite producir diversidades mejor adaptadas a las condiciones de cultivo y comercialización, como también a los efectos del cambio climático.
El año 2010 INIA y Biofrutales se adjudicaron dos importantes proyectos que dan continuidad al Programa de Mejoramiento de Vides, a través de un proyecto INNOVA-Chile (2010-2020) y un proyecto FONDEF (2010-2016).
El primer proyecto está orientado al mejoramiento convencional apoyado por herramientas biotecnológicas y al estudio agronómico de las líneas transgénicas tolerantes a hongos. El segundo, a desarrollar nuevas herramientas biotecnológicas para identificar otros genes de interés comercial e incorporar sistemas más eficientes y limpios de transformación genética.
Fuente: Viveagro