Un equipo de la Universidad de Cranfield (Reino Unido) publicó el primer método validado para editar el genoma de la frambuesa sin introducir ADN foráneo. El avance abre la puerta a variedades con mejor vida útil, resistencia a hongos y atributos de calidad, con el potencial de disminuir pérdidas a lo largo de la cadena alimentaria.
ChileBio / 9 de septiembre, 2025.- En un trabajo publicado en Frontiers in Genome Editing, los investigadores aislaron células individuales de frambuesa y utilizaron CRISPR-Cas9 para editar su genoma, sentando las bases para acelerar el mejoramiento de esta fruta.
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La importancia de este avance radica en que permitirá avanzar en la obtención de características como mayor firmeza o resistencia a mohos, permitiendo que las frambuesas puedan durar más en el refrigerador y llegar en mejor estado a los hogares, contribuyendo a generar menos desperdicio y más sostenibilidad.
También, esta plataforma podría explorarse para atributos como dulzor, tamaño o incluso frutos con menos semillas, además de mayor tolerancia a olas de calor, mejorando así la calidad y rendimiento del fruto.
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El equipo proyecta que versiones editadas con precisión de cultivares de élite podrían generarse en alrededor de 12 meses para iniciar propagación y pruebas en campo, frente a ciclos de mejoramiento tradicional que toman una década o más.
El estudio validó la edición genética de células de frambuesa; el siguiente paso es regenerar plantas completas a partir de esas células. Aunque es factible en muchas especies, puede ser técnicamente desafiante en otras. Solo entonces podrían evaluarse frutos editados con los rasgos deseados.
El Dr. Miguel Ángel Sánchez, director ejecutivo de ChileBio, subrayó: “Que las frambuesas puedan durar más tiempo sin perder calidad es un beneficio para toda la cadena, desde los agricultores hasta los consumidores. Pero este avance va más allá: muestra cómo la edición genética y la biotecnología podrían ayudarnos a producir frambuesas de manera más sostenible, reducir pérdidas y responder mejor a los desafíos del cambio climático”.
Bajo la legislación de Inglaterra, al igual que en Chile, las modificaciones biotecnológicas obtenidas por esta vía “libre de ADN foráneo” no se consideran transgénicas, porque no incorporan genes de otra especie.