La industria ha utilizado la biotecnología para mantener su crecimiento en los últimos 40 años, pues ha crecido la demanda por productos transgénicos, gracias a los rendimientos que aseguran. Tanto así que hoy en el país el 50% de las semillas comercializadas en el extranjero son organismos genéticamente modificados (OGM).
“Una semilla de calidad técnica superior entrega un alto porcentaje de certeza productiva en cantidad y homogeneidad”, indica un estudio de Odepa. Pues si en los 80 la fórmula para mejorar el desempeño implicaba el uso de agroquímicos, sistemas de riego y maquinaria, hoy todo se basa en la genética. Con los OGM, en un panorama de pocos recursos naturales y mucha demanda por alimentos, las semillas con rendimiento asegurado se han convertido en las mejores aliadas.
En 2010 se transaron US$ 11.200 millones en semillas transgénicas para los mercados domésticos de todo el mundo, según la consultora Cropnosis. Por eso, en la actualidad se atribuye a este tipo de semillas el crecimiento de la industria. Eso lo sabe Álvaro Eyzaguirre, gerente general de Pioneer Hi-Bred International Inc.
“Hay una demanda enorme por estos productos, porque el material genéticamente mejorado disminuye insumos agrícolas, baja la carga de insecticidas y los costos”, dice.
El primer indicador fue en los 90, desde 1992 que se autorizó en Chile la multiplicación de semillas transgénicas y en 1996 se comenzaron a exportar. Los volúmenes exportados de semillas crecieron 140% y los valores incrementaron en 396%, entre 1994 y 2010. Así, mientras que en 1993 el país enviaba al extranjero productos por US$ 93 millones, hoy ya suman US$ 400 millones. Esto permitió subir de posición y ubicarse como el quinto exportador más importante del mundo.
Mario Schindler, gerente ejecutivo de la Asociación Nacional de Productores de Semillas (Anpros), afirma que la relevancia de los OGM en las semillas es cada día mayor, pues hoy estos productos representan el 50% del total exportado y todo indica que seguirán ganando terreno. “Es uno de los motores y vemos que es posible que siga creciendo”, comenta.
De hecho, Eyzaguirre declara que el desarrollo de estas semillas vendría asociado a nuevas propiedades que las hagan aún más rentables para la agricultura, como la tolerancia a la sequía. “Esto permitiría utilizar suelos considerados marginales para los cultivos y acceder a más hectáreas”, dice. Además, comenta que también se trabaja en semillas que sean más eficientes en el uso del nitrógeno y que mejoren el perfil nutricional de los alimentos. “El objetivo es que el consumidor final pueda comprobar los beneficios de un producto con mejoras nutricionales”, afirma.
Otro de los factores que han cambiado a la industria es la relevancia que ha cobrado la venta de semillas de hortalizas en el último tiempo.
Los envíos de semillas de hortalizas producidas en Chile ya superaron los US$ 100 millones, en 2010, y han crecido a un ritmo anual que fluctúa entre US$ 10 y US$ 15 millones, según cifras de Anpros. Así, hoy estos productos representan el 32% del total exportado en el país, que sumó US$ 420 millones y las proyecciones apuntan a que seguirá aumentando la comercialización de este tipo de productos.
Fuente: Revista del Campo