Un estudio de 100 años en la producción de trigo de Estados Unidos (1919-2019), muestra que el uso cada vez más intensivo de nuevas variedades de cultivos mejorados genéticamente ha llevado a prácticas de cultivo más (no menos) biodiversas, además de aumentar cuatro veces la productividad. Los expertos afirman que volver a variedades antiguas proco productivas no es una solución sostenible, ya que hoy debemos producir más alimentos utilizando menos tierras e insumos, y bajo fuertes desafíos climáticos.