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¿Puede la edición genética ayudar a los agricultores a satisfacer la creciente demanda de alimentos?

La startup israelí BetterSeeds utiliza la tecnología CRISPR para hacer frente a una crisis mundial creciente. Partió con edición genética en híbridos de cannabis, y ahora trabaja en legumbres resistentes al estrés climático, y árboles frutales de mejor arquitectura para recolección mecanizada con cosechas estacionales en lugar de perennes, además de adelantar la madurez del árbol al año en lugar de cinco o seis años.

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En Kenia desarrollan sorgo editado genéticamente resistente a la problemática maleza «striga»

La maleza striga es una hierba parásita que tiene hermosas flores y se adhiere a las raíces de los cultivos agrícolas hospedantes como maíz, sorgo, mijo, arroz (principalmente cereales) y absorbe los nutrientes matando al cultivo hospedero. La striga causa pérdidas de rendimiento de hasta el 100% del campo y afecta a alrededor de 50 millones de hectáreas de tierras de cultivo africanas, lo que provoca una pérdida de siete mil millones de dólares anualmente.

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Científicos resucitan proteínas antiguas para mejorar la fotosíntesis y generar cultivos más resistentes y productivos

Investigadores de la Universidad de Cornell analizaron la historia evolutiva para comprender cómo actuó una enzima clave (Rubisco) para la fotosíntesis cuando los niveles de CO2 eran mucho más altos. Replicarla en cultivos modernos mediante edición genética podría ayudar a adaptarlos para un futuro más cálido y seco y producir plantas con mayor biomasa o rendimiento.

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Cultivos que se auto-fertilizan y transmiten «vigor híbrido» a su descendencia como herramientas contra el cambio climático

Un proyecto emblemático de la iniciativa  «Climate Grand Challenges» tiene como objetivo reducir las emisiones provocadas por la agricultura y hacer que los cultivos alimentarios sean más resistentes y nutritivos. Entre los esfuerzo se incluye el uso de la modificación genética para desarrollar semillas más robustas que transmitan el mismo rasgo de generación en generación, y cereales clave como trigo, arroz o maíz capaces de crear su propio fertilizante a través de una relación simbiótica con microbios fijadores de nitrógeno (como lo hacen las leguminosas).