El pasado 31 de octubre de 2011, el planeta alcanzó la marca de 7 mil millones de habitantes. Según la ONU, apenas 12 años después de haber llegado a los seis mil millones, ya somos 7 mil millones de personas para alimentar. La previsión es que hasta 2025 seamos 8 mil millones y, al final del siglo, 10 mil millones de habitantes.
Uno de los desafíos que este crecimiento poblacional impone es cómo alimentar a ese número de personas de manera sustentable. Para tener una idea, el informe Foresight Report on Food and Farming Futures, publicado en el Reino Unido a principios de este año, indica que la producción de alimentos debería crecer un 40% en las próximas dos décadas para evitar el aumento del hambre global.
Según Elíbio Rech, investigador de Embrapa (Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria) Recursos Genéticos (Cenargen), el aumento en la producción de alimentos deberá ser acompañado por la reducción en el área cultivada, lo que sólo será posible a través del aumento de los índices de productividad. Brasil, según el investigador, debería protagonizar el escenario mundial, junto con Estados Unidos y los países asiáticos. Para eso, recomienda el uso de las nuevas tecnologías, como la ingeniería genética, la clonación y la nanotecnología, para dar respuesta a la necesidad de variedades más productivas, resistentes a enfermedades y que puedan sobrevivir en condiciones adversas, como suelos salinos, regiones secas o inundables.
Para la directora ejecutiva del CIB (Consejo para las Informaciones en Biotecnología), Adriana Brondani, la biotecnología aplicada a la agricultura representa un avance importante y tendrá un papel fundamental en las próximas décadas, especialmente en el desarrollo de variedades que mejoren la calidad nutricional de los alimentos y aumenten la productividad. “Científicos de todo el mundo están desarrollando variedades transgénicas de cereales, frutas y legumbres enriquecidas con nutrientes, que ampliarán las opciones de alimentación y podrán ayudar en la prevención de enfermedades”.
En este sentido, Brondani cita estudios con frutillas con más vitamina C, mandioca, papa y arroz con vitamina A, trigo con más de ácido fólico, maíz y soja con mayores niveles de aminoácidos, papas ricas en proteína y tomates con más licopeno, entre otros.
Ciertamente, la biotecnología es una herramienta más para aumentar la oferta de alimentos en un contexto de prácticas de producción sustentables y de preservación del medio ambiente. Aún así, serán necesarias acciones integradas, que proporcionen cambios en los sistemas de producción. En este sentido, Anderson Galvão, socio-director de la Consultora Céleres, enfatiza que se enfoque esta cuestión de una manera pragmática. “La agricultura comercial, realizada con estándares elevados de productividad y calidad, es una parte fundamental del desafío de proveer alimentos, fibras y biocombustibles para todos los mercados”.
Fuente: ArgenBIO