El tribunal de la Unión Europea dictaminó ayer miércoles a favor de un agricultor y activista italiano que ha desafiado las leyes de su nación plantando maíz transgénico.
Italia ha sometido a jucio al agricultor Giorgio Fidenato por cultivar el maíz transgénico resistente a insectos en su campo, citando preocupaciones de que los cultivos podrían poner en peligro la salud humana.
Pero el Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictaminó el miércoles que un Estado miembro como Italia no tiene el derecho de prohibir los cultivos transgénicos, dado que no hay ninguna razón científica para hacerlo. Señaló que en 1998 la Comisión Europea autorizó el uso de las semillas de maíz específicas sembradas por Fidenato, sin encontrar «ninguna razón para creer que ese producto tendría efectos adversos sobre la salud humana o el medio ambiente».
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Fidenato, cuyos campos se encuentran en Pordenone, en el noreste de Italia, se convenció de los beneficios de los cultivos genéticamente modificados (GM) durante una visita a los Estados Unidos en la década de 1990, ya que requieren menos uso de pesticidas y fitosanitarios que los cultivos tradicionales y producen mayores rendimientos y ganancias.
Pero se ha enfrentado a una enorme oposición en Italia, donde muchos temen que los alimentos genéticamente modificados sean “menos naturales” que los cultivos tradicionales y podrían ser peligrosos. Ha enfrentado tanto multas del gobierno como la ira de los activistas anti-transgénicos que han destruido sus cultivos.
En esta foto de 2010, Giorgio Fidenato inspecciona maíz amarillo genéticamente modificado en su tierra en Pordenone, al norte de Italia. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha fallado el miércoles 13 de septiembre de 2017 a favor del campesino italiano, diciendo que Italia no tiene derecho a prohibir los cultivos transgénicos, dado que no hay pruebas científicas de que sean peligrosos (AP Photo / Paolo Giovannini, ARCHIVO).
El caso actual data de 2013, cuando Italia pidió a la Comisión Europea que adoptara medidas de emergencia que prohíban la siembra de semillas GM, producidas por la empresa estadounidense Monsanto, sobre la base de estudios científicos italianos.
Pero la Comisión cuestionó los estudios italianos, citando un dictamen científico de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) de que no había «nuevas pruebas científicas» de que las semillas pudieran ser peligrosas.
Sin embargo, el gobierno italiano siguió adelante con un decreto prohibiendo el cultivo del maíz transgénico, y procesó a Fidenato y a otros agricultores que plantaron sus campos con el maíz desafiando la ley.
Después de la decisión reciente, Fidenato expresó su satisfacción, afirmando que él y los otros agricultores involucrados en el pleito finalmente se sienten como si «la justicia está de nuestro lado».