¿Podría el poder de las «plantas de la resurrección» (con la capacidad de sobrevivir a graves sequías durante años) mantener el secreto para alimentar a un planeta hambriento?
Jill Farrant, profesora de biología en la Universidad de Ciudad del Cabo, Sudáfrica, espera que al trasladar las habilidades de supervivencia de las plantas de la resurrección en cultivos agrícolas, haciéndolos tolerantes a la sequía, la población global tendrá un mejor suministro alimentario.
Farrant y su equipo están actualmente probando la técnica en el maíz, pero en teoría, podría aplicarse a cualquier cultivo. «Dales agua (a las plantas), y están completamente activas en 24 a 48 horas», dijo Farrant.
Casi 800 millones de personas se acuestan con hambre cada noche, según las Naciones Unidas, con la sequía como una de las mayores amenazas a la producción de alimentos. En el África meridional, más de 21 millones de personas necesitan ayuda de emergencia debido a la crisis alimentaria después de la peor sequía de la región en 35 años y una plaga del gusano de la caña que daña los cultivos.
La investigación de Farrant ha demostrado que los mecanismos de supervivencia encontrados en las 135 variedades de plantas de la resurrección, tal como las plantas desértica “Rosa de Jericó” y “Siempre Viva”, son similares a los procesos de desecación que se encuentran en las semillas de cultivos.
Durante una sequía, la planta de la resurrección se comporta como una semilla, secándose y pareciendo estar muerta, pero luego vuelve a la vida cuando la lluvia vuelve a caer. «Dado que todos los cultivos producen semillas secas, esto implica que los mecanismos genéticos para la tolerancia a la desecación existen en los cultivos», dijo Farrant.
El problema es que el mecanismo no está encendido, dijo. Al modificar la composición genética existente, Farrant y su equipo podrían producir cultivos tolerantes a la sequía. «Al averiguar cómo se activan estos genes en las raíces y las hojas, podemos permitir los mismos procesos en las hojas y raíces de los cultivos en condiciones de sequía», dijo Farrant.
«La mayoría de los genes responsables de la tolerancia a la desecación son controlados por dos interruptores maestros», dijo, comparando los mecanismos con un circuito electrónico doméstico.
Al entender cómo estos interruptores se invierten en los tejidos vegetativos de las plantas de la resurrección en respuesta a la pérdida de agua, Farrant está investigando cómo permitir esta misma reacción en los cultivos agrícolas.
Sus primeros cultivos de prueba son maíz, porotos (frijoles) y una hierba comestible llamada teff, que representa dos tercios de la ingesta diaria de proteínas en la hambrienta Etiopía.
Jill Farrant
Cambio dramático
Mel Oliver, líder de investigación del Departamento de Agricultura de Estados Unidos y profesor de ciencias vegetales en la Universidad de Missouri, también está tratando de averiguar cómo las plantas de la resurrección toleran la pérdida de agua y se recuperan.
«Los genes están ahí, simplemente no están activados, si entendemos cómo funcionan en las plantas de resurrección, podemos hacerlo en cultivos», dijo.
David Orr, portavoz de África del Sur para el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (WFP), dijo que la investigación podría traer beneficios al África del Sur ya que es muy susceptible a la sequía.
«En una región donde los choques relacionados con el clima son cada vez más frecuentes y más intensos, las comunidades agrícolas tienen que lidiar con la sequía (y ocasionalmente con las inundaciones) como una nueva realidad», afirmó Orr.
«Al tener acceso a semillas resistentes a la sequía y a otras tecnologías agrícolas como la recolección de agua y el riego, estarán mejor equipados para afrontar el futuro».
Farrant dijo que la investigación podría costar un total de 21 millones de dólares, y añadió que necesita más fondos para continuar su trabajo.
Nick Vink, presidente del Departamento de Economía Agrícola de la Universidad de Stellenbosch en Ciudad del Cabo, dijo que estimar los costos frente a los beneficios de la investigación fue un cálculo difícil.
«El beneficio potencial es realmente muy alto, mientras que no es fácil estimar cuál es la probabilidad de éxito», dijo Vink.
Evidencia
Chikelu Mba de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) de Roma dudó en evaluar el potencial de estas tecnologías antes de ver pruebas basadas en evidencia y el impacto de los cultivos modificados en el medio ambiente. «Hay que ver los efectos de la modificación génica», dijo.
Los pequeños agricultores que cultivan maíz (un cultivo que puede producir abundantes cosechas pero es muy susceptibles a lluvias pobres) también pueden ser persuadidos a cambiar a cultivos no modificados (por ingeniería genética) que simplemente sean más capaces de resistir la sequía, como el poroto, dijo la FAO.
Farrant confía en que con el tiempo puede entregar plantas resistentes a la sequía. «Cinco años, y te daré una planta dela resurrección que puede proveer los cultivos [alimentarios]», dijo, agregando que probar los cultivos resistentes a la sequía podría tomar otros cinco años.