Los orígenes de más de dos tercios de los cereales, legumbres, frutas, verduras y otros cultivos agrícolas que los países siembran y se consumen se pueden remontar a los graneros antiguos en distintas partes del mundo, según un nuevo informe exhaustivo revisado por pares.
El estudio, que abarca 151 cultivos y 177 países, marca la primera vez que los científicos han cuantificado el nivel de interconexión de las dietas nacionales y las economías agrícolas en términos de plantas no nativas, proporcionando un nuevo enfoque en la diáspora mundial de cultivos, y una comprensión más profunda de cómo la globalización continúa afectando a lo que comemos. Los resultados también tienen implicaciones importantes en los esfuerzos para que el suministro mundial de alimentos sea más resistente a los retos como el cambio climático.
«Es fascinante ver el grado en que tantas plantas se han convertido en sinónimo de las dietas tradicionales de países a muchos miles de millas de donde esas plantas aparecieron por primera vez», dijo el autor Colin Khoury, del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) y el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA). «Si usted está comiendo tomates en Italia o ajíes en Tailandia, está consumiendo alimentos que se originaron muy lejos, y que han llegado a esos lugares hace relativamente poco tiempo”.
«Ahora sabemos hasta qué punto las dietas nacionales y los sistemas agrícolas de todo el mundo dependen de los cultivos que se originaron en otras partes del mundo.»
Khoury trabajó con otros investigadores del CIAT, el Global Crop Diversity Trust, y varias universidades para completar el estudio, publicado en Proceedings of the Royal Society B.
Se analizaron una serie de cultivos centrales para el suministro de alimentos (medidos en calorías, proteínas, grasas, y el peso de los alimentos) y la producción agrícola nacional (medida en cantidad de producción, la superficie cosechada, y el valor de la producción) en países que cubren el 98% de la población mundial.
Cada cultivo se remonta a las 23 «principales regiones de diversidad.» Estas son las zonas geográficas en las que una serie distinta de plantas comestibles fueron domesticados y mejoraas por los agricultores desde hace miles de años, para convertirse en los cultivos alimentarios que conocemos y amamos hoy en día. En los últimos siglos, la migración, el colonialismo y el comercio han dado lugar a que muchos de estos cultivos se produzcan consuman lejos de sus regiones principales de diversidad, una tendencia que continúa en la actualidad.
El estudio encontró que todos los países del mundo ahora se basan en cultivos «extranjeros» que se originaron en regiones geográficas más allá de sus fronteras.
Descubrieron, por ejemplo, que los alimentos de origen mediterráneo y de Asia occidental dominan las dietas en los Estados Unidos. Esto es debido a la preponderancia de cultivos como el trigo en pan y pasta, y la cebada y uvas en bebidas como la cerveza y el vino.
También revelaron que la producción agrícola y la economía de los Estados Unidos son beneficiarios importantes de los antiguos agricultores en Asia Oriental, donde se originó la soja, y América Central y México, donde nacieron el choclo (maíz) y otros alimentos básicos importantes.
Al mismo tiempo, el informe muestra que hoy, lugares tan lejanos como Europa del Este, Argentina, China, África oriental y meridional, la India y el sudeste de Asia se benefician de la utilización del aceite de girasol – una fuente importante de calorías y grasa cuyo origen ancestral es América del Norte.
En las naciones del Pacífico como Australia y Nueva Zelanda, cerca del 100% de las dietas y los sistemas agrícolas se basan en cultivos «no nativos» según el estudio – lo mismo puede decirse de las Islas del Océano Índico. En Madagascar, por ejemplo, los cultivos alimentarios más importantes son el arroz, yuca, maíz, caña de azúcar, trigo, camote, soja, frijoles, y los plátanos, todos los cuales se originaron en otros lugares.
Camboya, Bangladesh y Níger, por su parte, se encuentran entre los países que dependen menos de los cultivos extranjeros; aun así, al menos una quinta parte de su dieta se compone de cultivos que se originaron en regiones distantes. México se encuentra en el medio terreno debido a la continua popularidad en las dietas locales de cultivos como el maíz y el frijol, dos plantas nativas de la región, junto con la caña de azúcar (con origen en el sudeste y el sur de Asia) y trigo.
Malawi, como la mayoría de países de todo el mundo, depende de una serie de cultivos de diversas regiones. Su dieta típica cuenta con cultivos originarios de América Central y México (incluido el maíz, la yuca y frijoles), del Sur y el Sudeste de Asia (caña de azúcar, arroz y plátanos), del sur y el este del Mediterráneo (trigo), Sudamérica tropical (yuca y maní), y América del Sur Andina (papas y porotos).
Los autores también encontraron que la proporción de cultivos alimentarios no nativos en las dietas y los sistemas agrícolas han aumentado constantemente durante los últimos 50 años. Este es el resultado de cambios en las preferencias alimentarias, el desarrollo económico, la urbanización y otros factores.
Khoury espera que una mejor comprensión de nuestra continua relación con las regiones principales de diversidad de cultivos ayudará a cambiar la forma de pensar acerca de los alimentos y la agricultura. «Como todos estamos profundamente conectados a otras partes del mundo, nuestra investigación científica, nuestras políticas y nuestras instituciones necesitan reflejar eso», continuó.
Por ejemplo, los mejoradores de plantas que trabajan para desarrollar cultivos que puedan resistir a las plagas y enfermedades o temperaturas más altas, a menudo miran la amplia gama de plantas y cultivos tradicionales en las regiones principales de diversidad como fuentes de características útiles para la mejora de los cultivos. Pero a menudo estos hábitats se encuentran amenazados, o las colecciones de plantas conservadas no están fácilmente disponibles
Luigi Guarino del Global Crop Diversity Trust, co-autor del trabajo, estuvo de acuerdo: «Variedades de cultivos tradicionales y sus parientes silvestres que se encuentra en una pequeña parte del mundo, podrían potencialmente ser de uso en todo el planeta. Eso significa que necesitamos administrarlos en sus hábitats naturales, y también recogerlos, conservarlos en bancos de genes, y compartirlos ampliamente para ayudar a que nuestro sistema alimentario sea más resistente. Hemos reconocido desde hace tiempo esto. Por ellos tenemos el Tratado Internacional sobre PGRFA. Pero siempre es bueno tener datos actualizados”.
Los autores concluyen la publicación con una llamada a la acción. Si el mundo espera demasiado tiempo para conservar la diversidad de los cultivos, su potencial para beneficiar al mundo podría perderse para siempre.