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No es una guerra de transgénicos contra orgánicos

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Lo dijo Daniel Vidal, biotecnólogo. El experto afirma que cada parte del planeta requiere sus propias tecnologías de cultivo.

“Esta no es una batalla técnica que trate de defender criterios sanitarios o medioambientales. Es una batalla ideológica y económica. Desde esa perspectiva, por supuesto me posiciono a favor de los alimentos y cultivos transgénicos”, afirma Daniel Ramón Vidal. Es parte de su respuesta a la pregunta por la batalla alrededor de los alimentos transgénicos.

“Lo hago porque me parece que pueden ser una herramienta importante, aunque no la única ni la imprescindible, para solventar el problema de cómo cultivar más y con menor impacto ambiental en el año 2050”, le dijo Vidal a LA GACETA. “En esa fecha – añadió- seremos 2.000 millones de personas más en el planeta y habremos perdido el 10% de los campos de cultivo actuales por erosión, cambio climático y salinidad. Es absurdo renunciar a esta tecnología y a cualquier otra tecnología agroalimentaria, incluida la agricultura orgánica. Habrá que ver para cada parte del planeta qué mezcla de tecnologías funciona de forma más sostenible y aplicarlo porque tampoco hay una solución homogénea para todo el planeta”. El experto español en biotecnología de alimentos disertó en Tucumán en “Bioargentina NOA.

– Hay países de la UE que no quieren que en sus territorios se cultiven transgénicos…

– Decirlo es fácil, cumplirlo es otra cosa. Son declaraciones demagógicas con un fuerte componente político, que intentan captar votos. La realidad es que sin transgénicos los productos ganaderos en la UE se encarecerían notablemente.

– ¿Se puede cultivar a gran escala siguiendo técnicas agroecológicas?

– En algunos casos muy concretos sí. Pero déjeme decirle algo. Esta no es una guerra transgénicos contra orgánicos. Las dos tecnologías pueden y deben coexistir. Se me ocurren soluciones perfectas que incluirían semillas transgénicas con manejo en campo de la agricultura orgánica. Es absurdo que no se apliquen.

– ¿Es posible mantener la soberanía alimentaria en un marco de globalización creciente?

– No. Lo que hacemos hoy en Valencia o en Tucumán influye en negocios, ya no le digo mañana, le digo hoy, en Pekín o en Melbourne.

– ¿Cómo imagina una “mesa diaria” dentro de 20 años?

– En cuanto a sus componentes creo y espero que muy similar a la actual. En cuanto a su distribución en la semana, espero que más racional. Pero no bastará con eso. Por un lado deberemos producir las materias primas de nuestros alimentos de forma más sostenible. Por otro deberemos mejorar y racionalizar nuestras dietas. Lo que espero para mis nietos es que entiendan el valor de la agroalimentación y que sigan pautas de vida saludables, con un tiempo dedicado al ejercicio y una mejor educación nutricional, todo eso les ayudará a vivir más sanos en un planeta también más sano.

– ¿Qué impacto tienen en la salud los sistemas actuales de producción de alimentos? Me refiero no solo al producto terminado, sino a las prácticas agrícolas existentes.

– Pues un impacto positivo. En mi país hace 100 años -cuatro generaciones-, las mujeres tenían una esperanza de vida de 42 años y los hombres de 39. Ahora la tienen de 82 y 79 años, respectivamente. Hemos doblado. Las razones son el agua potable, los antibióticos y el acceso general de la población a una alimentación adecuada. No hagan demasiado casos de los que asustan sin razones. Lo obvio, como estos datos que acabo de dar, por obvio no asusta ni es noticia. Pero es la realidad.

Fuente: ArgenBio (http://www.argenbio.org/index.php?action=notas&note=7040)

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