De acuerdo con cifras del Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agrobiotecnológicas (Isaaa por sus siglas en inglés), si los 441.4 millones de toneladas adicionales de alimentos y fibras producidos a nivel mundial entre 1996 y 2013 por los cultivos genéticamente modificados (GM) hubiesen sido producidos sin esta tecnología, hubieran sido necesarios 132 millones de hectáreas adicionales, equivalente a un 9% de la superficie arable del mundo.
Esto hubiera producido una mayor presión sobre ecosistemas y hábitats naturales, pues se hubiera tenido que destinar parte de estos territorios a la actividad agrícola para suplir la demanda.
La reducción en la demanda de tierras se debe a la mayor productividad de estos cultivos gracias a que tienen un manejo agrícola más fácil y a que se reducen las pérdidas por insectos plagas y/o malezas.
A su vez, el aumento de la productividad agrícola es especialmente relevante en la actualidad, pues se buscan diferentes alternativas para suplir la demanda de alimentos de una población en constante crecimiento, sin comprometer la sostenibilidad de los recursos naturales.
Un total de 18 millones de agricultores de veintiocho países sembraron 181.5 millones de has. con cultivos GM en 2014, 6 millones de hectáreas más que en 2013. Este crecimiento demuestra que esta tecnología ofrece diferentes beneficios agronómicos, económicos, sociales y ambientales.
De acuerdo con Isaaa, la agricultura con cultivos GM trajo ingresos a 16.5 millones de pequeños agricultores, beneficiando así a más de 65 millones de personas, teniendo en cuenta a sus familias. En general, el 90% de los productores que sembraron cultivos transgénicos en 2014, fueron pequeños agricultores.
Los cultivos genéticamente modificados son una herramienta con la que cuentan los agricultores para producir alimentos, ser competitivos y ser más sostenibles y amigables con el ambiente.
Fuente: ISAAA (www.isaaa.org)