En una reunión sostenida la semana pasada entre once dirigentes regionales, la Revista del Campo y la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA) se dio a conocer la visión de las regiones de cómo se está moviendo el agro en los distintos rubros y, de paso, ver qué se puede hacer para avanzar en recuperar la competitividad que sienten que se pierde cada vez más rápido.
Representaban a sus regiones y rubros, pero lo cierto es que a pesar de provenir de realidades distintas, comparten, en mayor o menor medida, las mismas inquietudes. Para todos la meta de ser potencia agroalimentaria sigue vigente, pero sienten que cada vez se hace más difícil alcanzarla, especialmente cuando el futuro del sector está en serio entredicho. La baja del dólar, el financiamiento, la regulación laboral, el uso de agua, el tema medioambiental son parte de las urgencias y las respuestas para recuperar competitividad.
En relación a los cultivos genéticamente modificados, la necesidad de una legislación que regule y permita la producción de transgénicos salta sola a la mesa. La opinión es unánime. No tenerla es una cojera que no permite que los agricultores compitan en forma adecuada. Aún más, insisten en que estos cultivos son una respuesta a bajar costos y a temas ambientales, ya que «está comprobado que requieren al menos 30% menos de agroquímicos; es decir, son más amigables con el medio ambiente y las personas», recalca José Miguel Stegmeier, presidente de la Sociedad Agrícola de Biobío.
Pero hoy no existe una regulación formal y se producen dicotomías tan grandes como que no se puede producir maíz transgénico en el país, pero se alimenta a los cerdos con maíz transgénico importado.
Y niegan la posibilidad de que con ellos se cierren mercados.
«El tema de los transgénicos se comporta como una barrera paraarancelaria más», sostiene Francisco Duboy, presidente de la Federación de Asociaciones de Agricultores de la Provincia del Cachapoal.
Los dirigentes reconocen que aún es un tema en discusión, con el cual no todas las partes están de acuerdo, pero recalcan los beneficios que podría conllevar a la industria. Además, hoy las contradicciones sobre su utilización sólo le quitan competitividad al país.
«Hay que sensibilizar al mundo político y a la opinión pública y discutir más sobre el tema. Como dirigentes, lo vemos como una alternativa que nos podría entregar más rentabilidad. Un ejemplo es el de la remolacha, en la que baja a la mitad la aplicación de plaguicidas y eso es ganancia medioambiental», explica José Miguel Stegmeier.
Andrés Bravo agrega un nuevo antecedente: «En la zona se acordó, con los productores de semilla, que habría áreas libres de transgénicos. Está claramente delimitado y funciona sin problemas. Está claro entonces que podemos tener coexistencia».
Fuente: Revista del Campo (1-10-2010)