En la década de 1990, comenzó la investigación para el desarrollo del trigo transgénico Roundup Ready tolerante a herbicidas. Sin embargo, la situación económica global y la disminución de la superficie de cultivo de trigo de primavera provocaron que la investigación terminara en 2004.
Sólo cinco años más tarde, el mercado del trigo aumentó considerablemente y los agricultores comenzaron a presionar fuertemente al sector privado para invertir en investigación.
La industria biotecnológica se dio cinco a siete años para desarrollar la tolerancia a la sequía y el alto rendimiento mediado por ingeniería genética. Hoy se están desarrollando variedades de alto rendimiento, y el siguiente paso será aplicar el conocimiento biotecnológico adquirido en la investigación de maíz para empezar a trabajar con la genética de trigo, dijo Claire Cajacob, director de tecnología del trigo de Monsanto.
«El foco principal se centra en la sequía y el rendimiento intrínseco», dijo Cajacob. El control de enfermedades y de plagas (factores que también están vinculados al cambio climático) «son también muy importantes.»
El objetivo final es incorporar en el genoma del trigo los genes de maíz y soja relacionados con el aumento de rendimientos, tolerancia a la sequía y la eficiencia del uso del nitrógeno. Se espera que las pruebas de campo con trigo genéticamente modificado comiencen en 2012 y que esté disponible en el mercado para la próxima década.
Con ni una sola variedad de trigo genéticamente modificado en el mercado, y una necesidad urgente de alimentar a un estimado de 9.000 millones de personas para el año 2050, los desarrolladores de semillas están comenzando a comprender el reto que se avecina por delante.
A pesar de que el mejoramiento genético tradicional del trigo se ha visto acelerado por la ciencia moderna, todavía estas técnicas no pueden competir con el potencial de la ingeniería genética. El aislamiento de un gen de resistencia a la sequía o un gen de uso eficiente del nitrógeno, por medio de cruzamientos de especies diferentes, incluso con la tecnología actual de marcadores moleculares, puede tardar hasta 20 años. En teoría, la ingeniería genética puede reducir ese tiempo a la mitad, incluso menos. Pero hay otros factores que mantienen la investigación en ingeniería genética estancado.
Según Mark Sorrells, investigador en fitomejoramiento y genética de la Universidad de Cornell, el principal factor que frena la tecnología es la regulación, que puede costar millones de dólares a las empresas. Más precisamente, cuesta entre US$ 100 y US $ 150 millones desarrollar cultivos genéticamente modificados antes de que lleguen al mercado.
Pero a pesar de los costos, y del escepticismo público, los mejoradores de plantas tradicionales, aceptan la manipulación genética para producir alimentos para los próximos 40 años junto con los métodos antiguos. Los dos enfoques son complementarios, ambos tienen su lugar.
Fuente: The New York Times