Desarrollan en Chile tomate transgénico que inmuniza contra la hepatitis y el cólera.

Qué preferiría para protegerse de una enfermedad: ¿Un pinchazo o comerse un tomate? La segunda suena mejor. Conscientes de esto, así como del alto costo que tienen las vacunas actuales, un equipo de científicos del Núcleo Milenio en Genómica Funcional de Plantas de la Pontificia Universidad Católica de Chile inició hace cinco años un proyecto para dar vida al primer alimento-vacuna que permitirá inmunizar a la población contra enfermedades solo comiéndolo.

El alimento escogido fue un tomate y los virus de los que protegerá son la hepatitis C y el cólera. En 2011 empiezan las pruebas en ratones, luego en humanos y en 2013 esperan que el alimento -el primero de su tipo en Sudamérica- sea comercializado. Solo científicos de EE.UU., Japón, Australia y México trabajan en productos similares, considerados las vacunas del futuro.

Patricio Arce, jefe del Departamento de Genética de Ciencias Biológicas de la UC y uno de los líderes de esta investigación, explica que una de las mayores ventajas de este tipo de «vacunas» es que, además de evitar el «pinchazo», tiene un bajo costo de almacenamiento. Ese es el gran problema de las vacunas tradicionales, que necesitan sistemas estériles de conservación, bajas temperaturas y un buen método de reconocimiento. «Eso equivale al 70% u 80% del precio de una vacuna», dice.

Un panorama que cambia radicalmente con las vacuna-alimento, ya que lo que se traslada no es el alimento en sí (en este caso, el tomate), sino sus semillas, cuyos cuidados no serán, según Arce, muy diferentes a los que exige actualmente ese mercado: su transporte y almacenamiento deben estar protegidos contra la humedad, calor excesivo, deben estar correctamente embalados y claramente rotulados. «En un saco de semillas vas a tener las dosis para miles de personas», dice el experto, quien agrega que para reproducirlos tampoco se necesitan condiciones especiales, excepto, plantarlos en campos separados para que no se mezclen con otras especies, dado su carácter transgénico.

¿Por qué usar un tomate y no otro vegetal? Esta verdura es de consumo fresco, se puede comer en una ensalada fácilmente o en un jugo. Una papa, por ejemplo, hay que cocerla, lo que podría hacer perder parte importante de su potencial inmunizador.

Arce explica que las vacunas convencionales utilizan el patógeno completo de la enfermedad para inyectarlo al paciente que se quiere inmunizar. El objetivo es que el sistema inmune de la persona reconozca y desarrolle los anticuerpos necesarios para combatir el mal cuando éste afecte al cuerpo. Sin embargo, en los últimos años los científicos están usando solo algunas proteínas clave de los patógenos, logrando activar de igual manera la respuesta inmune del organismo.

Siguiendo esa tendencia, los científicos de la UC aislaron, tanto para el cólera como para la hepatitis C los genes que codifican las proteínas clave en ambos patógenos y que las defensas del cuerpo son capaces de reconocer. Ese material genético se fusionó en un solo gen que se introdujo en las plantas de tomates para cambiar su ADN y lograr que tanto sus frutos como semillas contengan dicho cambio. Así, cuando una persona come uno de estos tomates, su sistema inmune reconoce las proteínas de los patógenos que vienen en él y ordena al cuerpo desarrollar anticuerpos. «De este modo, la próxima vez que uno de los dos patógenos afecte a esa persona, su cuerpo ya tendrá los soldados para combatirlos».

El proyecto está listo en un 65%. Ahora vienen las pruebas en ratones y, si todo sale bien, en humanos, donde se medirán las dosis para quedar inmunizados.

Fuente: http://diario.latercera.com/

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