La normativa europea establece que los productos de cultivos transgénicos deben ser aprobados una vez que son declarados seguros por los científicos que los evalúan. Sin embargo, la Comisión Europea sistemáticamente atrasa esa decisión. ¿Cuánto? Sumando los atrasos que sufrieron todos los productos hasta hoy, 35 años.
La Unión Europea tiene uno de los procesos más estrictos del mundo para la aprobación de productos derivados de cultivos transgénicos. Primero, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) realiza una evaluación de riesgo científica exhaustiva. Si EFSA concluye que el producto en cuestión es tan seguro como su contraparte no transgénica, luego se toma una decisión política para su aprobación final. Esta fase política, que involucra a los Estados Miembros, es administrada por la Comisión Europea, que debe atenerse a ciertos plazos: tiene hasta 3 meses para pedirle a los Estados Miembros que voten, si votan y no se alcanza la mayoría, la Comisión tiene 2 meses más para solicitar una nueva votación. En circunstancias excepcionales, el solicitante de la autorización y la Comisión pueden acordar en una solución alternativa, la que también puede resultar en un retraso.
Lo cierto es que los tiempos para la toma de tales decisiones se exceden con frecuencia, y hay productos que llevan más de dos años sin ser votados, a pesar de que EFSA los haya declarado seguros para el consumo humano y animal.
La UE no puede producir todo lo que necesita, y por eso importa commodities por un valor de miles de millones de euros cada año, sobre todo soja y maíz para alimentar a sus animales. En otras palabras, la UE usa tierras que no forman parte de su territorio (¡y que hoy equivalen a la superficie de Alemania!) para producir el alimento que necesitan sus animales. La mayor parte de estos alimentos provienen del continente americano y derivan de cultivos transgénicos.
Cuando un producto transgénico es aprobado para su cultivo en algún país de América, pero aún no está autorizado en la UE para su importación, se generan serios problemas comerciales, ya que es inevitable que los embarques contengan esos productos no autorizados. Como consecuencia, la UE los rechaza y terminan en otros puertos, como los asiáticos, donde la demanda es aún mayor.
Los atrasos en las aprobaciones para la importación en la UE, sumado a que a los agricultores no se les permite cultivar transgénicos, contribuyen a aumentar el precio de los alimentos, mientras debilitan a la agricultura europea y generan incertidumbre entre quienes se encargan de la comercialización de granos.
La información fue obtenida a partir del documento “35 años de atrasos en la aprobación de productos GM en la UE”, elaborado por EuropaBio, y lanzado junto con el video “Barreras burocráticas a la biotecnología”. El video muestra las consecuencias de esos atrasos, y cómo la UE se ha quedado atrás, a pesar de haber sido la cuna de la biotecnología vegetal en los años 80. Ambos materiales se pueden ver en el sitio de EuropaBio.
Fuente: ArgenBio (http://argenbio.org/index.php?action=notas¬e=6104)