En México se han llegado a sembrar más de medio millón de hectáreas de soya, y por diversas razones, fitosanitarias principalmente, se ha desincentivado el cultivo en años recientes. A principios de Junio de 2012, el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica), de la Secretaría de Agricultura de México, informó sobre la emisión de un permiso de liberación comercial para soya transgénica, la cual podrá sembrarse en 253.500 hectáreas en los estados de Campeche, Quintana Roo, Yucatán, Tamaulipas, San Luis Potosí, Veracruz y Chiapas.
Previo a la autorización, el Senasica sometió a consulta pública la solicitud referida para que cualquier ciudadano emitiera su opinión al respecto, incluyendo a los gobiernos de las entidades federativas en las que se pretende realizar la liberación de las semillas. Se recibieron 75 opiniones técnicas y científicas, de las cuales se derivaron 31 medidas de bioseguridad establecidas por la autoridad competente.
Desde el punto de vista económico es indispensable poder evaluar la probable dimensión de estas decisiones de política pública. De acuerdo con la información del Sistema de Información Agroalimentaria de Consulta, al cierre del 2010, en México se sembraron 165,000 hectáreas de soya, siendo cosechadas 153,000 hectáreas. De lo anterior, se puede concluir que el cultivo presentó una siniestralidad de 7%. A partir de la cosecha, se obtuvieron 168,000 toneladas de soya. Así, el rendimiento del cultivo se ubicó en 1.1 toneladas por hectárea.
Además, México es deficitario en la producción de soya. Por ello, en los últimos cinco años ha importado en promedio 3.5 millones de toneladas de soya, con un valor promedio anual aproximado de US$ 1.550 millones.
Dada la nueva tecnología disponible, el primer efecto que pudiera esperarse de esta medida es una reducción significativa de la siniestralidad. Además, racionalmente se podría esperar un incremento en el rendimiento. De todo ello, el efecto macroeconómico resultante sería un aumento en la producción total. Así, la balanza comercial agroalimentaria se debería ver beneficiada, disminuyendo de manera significativa las importaciones.
En un escenario conservador, se podría multiplicar la producción mexicana actual 3.7 veces, obteniendo aproximadamente 615,000 toneladas. Lo anterior, suponiendo que las 253,500 hectáreas fueran de la superficie total sembrada, es decir, no superficie adicional, que la siniestralidad se redujera a 3% y que la productividad se ubicara en 2.5 toneladas por hectárea (Brasil, Argentina y EEUU producen tres toneladas por hectárea con tecnologías similares).
El efecto en la balanza comercial, si se supone un precio de importación de US$ 550 por tonelada, sería de cerca de US$ 250 millones al año.
Fuente: El Economista (http://eleconomista.com.mx/columnas/agro-negocios/2012/06/18/soya-transgenica-comercial)