- Por el Dr. Miguel Ángel Sánchez, Director Ejecutivo de ChileBio
A fines de marzo del año 2020, la Organización Mundial de la Salud publicó un listado que incluye 54 iniciativas en marcha en distintas partes del mundo para obtener una vacuna contra el Covid-19. Estas utilizan distintas técnicas biotecnológicas, incluyendo antígenos proteicos producidos en plantas trasgénicas, virus genéticamente modificados y vacunas genéticas que le dicen al cuerpo humano que produzca antígenos virales.
Por ejemplo, la compañía canadiense Medicago, ha avanzado con éxito en una posible vacuna contra el COVID-19 luego de recibir la secuencia genética del coronavirus (SARS-CoV-2). Con esta información se produjo con éxito una partícula similar al virus, en base a proteínas, que imita la organización y conformación del virus, pero no contiene su genoma, siendo una opción segura no infecciosa. Luego, se desarrollaron plantas transgénicas de tabaco que producen estas proteínas a gran escala y que se utilizarán como parte de una vacuna.
[Recomendado: ¿Ciencia al rescate? Cómo la genética moderna podría ayudar a salvar al mundo del coronavirus]El CEO de la compañía informó que podría producir más de 10 millones de dosis por mes luego que obtenga las autorizaciones correspondientes.
Las vacunas toman tiempo, diseño, formulación, evaluación preclínica, seguido de estudios clínicos. Así, obligatoriamente deben pasar primero por rigurosas pruebas de eficacia y seguridad que toman en promedio 10 años. Bajo la presión actual, el desarrollo de esta vacuna podría tomar de 12 a 18 meses.
[Recomendado: El coronavirus NO fue creado en un laboratorio: Estudio desecha teoría conspirativa sobre su origen]En la actualidad, en el área médica se utilizan una serie de proteínas provenientes de organismos transgénicos para el tratamiento de distintas enfermedades. Esto con el fin de obtener grandes cantidades de una proteína de forma pura, y libre de los componentes celulares del organismo de origen. Por ejemplo, la insulina para el tratamiento de la diabetes, y la hormona de crecimiento, entre muchas otras; se obtienen a partir de bacterias transgénicas, de una manera más simple, a bajo costo y sin ningún riesgo para la salud.
Por su parte, también se producen en organismos transgénicos antígenos y anticuerpos que se emplean en sistemas de diagnóstico de diversas enfermedades
En plantas transgénicas hay varias iniciativas en etapa de investigación y desarrollo para obtener vacunas, por ejemplo, coronavirus en tabaco; ébola en tabaco; VIH en arroz; poliomielitis en lechuga; Hepatitis B en maíz y lechuga; y rabia en espinaca.
[Recomendado: Planta nativa australiana podría ayudar a generar una vacuna contra COVID-19]De esta manera, las plantas por medio de la ingeniería genética, son modificadas para producir proteínas terapéuticas como vacunas, anticuerpos, factores de crecimiento y enzimas disminuyendo riesgos de contaminación, tiempos y costos de producción, pudiendo ser un valioso aporte a la prevención y tratamiento de varias enfermedades a nivel global.