Columna de opinión escrita por el Director Ejecutivo de ChileBio, Dr. Miguel Ángel Sánchez.
ChileBio / 29 de marzo, 2023.- Este 22 de marzo se conmemora el Día Internacional del Agua, y esta vez los líderes mundiales y los gobiernos se reúnen en Nueva York convocados por la ONU para establecer compromisos y avanzar en pro del vital recurso. En Chile, vivimos una mega sequía que para muchos ya es estructural. Más del 70% del agua se destina a riego con fines agrícolas, es decir, producir alimentos. Y, hasta donde sabemos, el ser humano necesitará seguir tomando agua y necesitará seguir alimentándose de vegetales. De allí que llame la atención que en Chile se consideren preferentemente dos ejes de interés público y político para la escasez hídrica, habiendo un tercero que casi no se toma en cuenta. Por una parte, están los que buscan disponibilizar agua, a través de propuestas de desalación, infiltración de acuíferos, riego tecnificado, nuevos embalses, etc. Otros piensan que la solución es el cambio de las reglas del juego de cómo se administra el recurso, acompañado también de algunas de las obras antes dichas, aunque con reparos medioambientales hacia más de alguna de ellas.
Lo que las autoridades de gobierno de ayer y hoy en materia hídrica, agrícola y medioambiental se niegan a ver, es que hay un tercer eje a tener en cuenta, que es la adaptación de los cultivos a los desafíos que provoca el cambio climático, como es el caso de la sequía. Plantas más tolerantes a la sequía, que requieran menos agua para crecer, son una base importante para otros países en sus políticas públicas para enfrentar el tema del agua. Y ojo, en países con menos exposición a sequía que Chile.
Hace solo unos días, nos enteramos de que Brasil y Argentina se aprontan a sembrar y comercializar a gran escala una variedad de trigo genéticamente modificado tolerante a la sequía. Este trigo, desarrollado en Argentina por una iniciativa público/privada mediante mejoramiento genético vegetal asistido por biotecnología, ha registrado aumentos de rendimiento de hasta el 40% en entornos con estrés hídrico severo, como es justamente el caso chileno. En Argentina y Brasil, independiente del signo político que gobierne, hay un impulso del trabajo colaborativo entre entes públicos y empresa privada para obtener variedades vegetales que les permitan enfrentar los desafíos mayores de la agricultura actual, donde uno de los más relevantes es la falta de agua. Es difícil entender que en cambio en Chile, la seguridad alimentaria y el bienestar de la pequeña agricultura se pretenda lograr dejando de lado la biotecnología y usando sólo técnicas convencionales de mejoramiento genético, que sin duda son un aporte, pero requieren más tiempo de trabajo y son menos precisas. Esta ceguera se debe a añejos prejuicios respecto de los cultivos transgénicos.
En el Día Internacional del Agua invito a las autoridades a considerar la evidencia y promover la adaptación de la agricultura, usando todas las herramientas seguras y eficientes que la ciencia pone al alcance del ser humano.
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