Se espera que dentro de un año el Programa de Mejoramiento Genético en Vides de INIA-Biofrutales registre una o dos nuevas variedades comerciales, tal como lo fue Maylen® que sorprendió al mercado global con sus características sobresalientes de sabor y postcosecha.
INIA, junio 2019.– La demanda por alimentos de calidad, sanos e inocuos, ha condicionado al sector agrícola a buscar nuevas variedades de fruta que se adapten a las condiciones exigidas por los mercados internacionales. Una tarea en la que el Ministerio de Agricultura, a través del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), trabaja desde 1988, con el objetivo de obtener un producto nacional, más competitivo, adaptable a las condiciones climáticas y agronómicas, e incluso con una post cosecha que permita viajes a Asia u otro lejano destino. Así lo explicó el Director Nacional de INIA, Pedro Bustos, quien además destacó como los Programas de Mejoramiento Genético representan grandes ventajas para el país, ya que se reduce la dependencia tecnológica extranjera e incrementa las opciones de toda la cadena productiva.
[Recomendado: Nuevas variedades frutales de Chile se abren paso en los grandes mercados internacionales]“Chile es el principal exportador de uva de mesa del mundo y entre sus compradores se encuentran países tan lejanos como Corea y Japón. Por ello, la fruta que se exporta debe tener cierto tipo de características de calidad y condición que permitan soportar un viaje casi dos meses en cámaras de frío”, dijo la directora del Programa de Mejoramiento Genético en Uva de Mesa de INIA, Dr. Paola Barba, quien compartió los últimos resultados del programa en el marco de la cuarta versión de ExpoVid, una jornada técnico-comercial organizada por la empresa Andes New Varieties Administration (ANA Chile), donde se presentó a la industria los avances técnicos y comerciales en genética frutícola.
[Recomendado: Chile podría contar con nueva variedad de manzanas para el 2021]Específicamente, la especialista de INIA La Platina se refirió al progreso técnico del programa y presentó dos selecciones de uva de mesa, las cuales son candidatas a transformarse dentro de un año en nuevas variedades comerciales, tal como lo fue Maylen® que actualmente se distribuye principalmente en Asia, Estados Unidos y Canadá.
[Recomendado: Dulce, crujiente y mejor vida poscosecha, los atributos de una nueva ciruela chilena]En ese sentido, Paola Barba detalló que el equipo de INIA busca desarrollar -gracias al apoyo de Corfo Biofrutales y un equipo altamente capacitado y cohesionado de investigadores de INIA- nuevas variedades de uva de mesa blanca, roja y negra, de características atractivas para el mercado internacional, es decir, sin semilla, de buen tamaño, firme, y con buen sabor y color. “Pero, además, que sea una variedad productiva, de fácil manejo y con capacidad de almacenamiento”, señaló.
[Recomendado: Chile avanza en el desarrollo de nuevas variedades de uva de mesa]Para lograrlo de forma más eficiente, el PMG en Uva de Mesa constantemente ha buscado mejorar su capacidad de trabajo, de forma de aumentar las probabilidades de encontrar vides que combinen lo mejor de sus plantas progenitoras. Por ejemplo, dijo Barba, “en 2004 cuando se observó por primera vez a Maylen® -que fue registrada en 2012- el programa evaluaba 200 plantas al año y esta última temporada se evaluaron más de 6.000 vides. Cabe proyectar entonces, cuantas variedades podremos registrar de aquí al 2026.”
[Recomendado: Con herramientas genéticas, científicos chilenos logran que duraznos y nectarines duren hasta 50 días]Sobre el tiempo necesario para obtener nuevas variedades, agregó la investigadora, éste puede demorar 15 años desde que se obtiene la primera semilla y, durante ese periodo, la planta pasa por distintas etapas de rigurosa selección en distintas regiones agroclimáticas.
[Recomendado: Científicos chilenos buscan los duraznos más resistentes al almacenamiento en frío]A diferencia de las variedades importadas las variedades INIA-Biofrutales han sido evaluadas comercialmente por al menos 6 años en el país, soportando las condiciones cambiantes y adversas de cada región, tales como el fenómeno del niño y la niña. Esto, con el objetivo de acortar la brecha de adaptación de las variedades, reduciendo el riesgo para el productor. “Las variedades INIA-Biofrutales no vienen solas, traen paquetes agronómicos y evaluaciones de postcosecha de la más alta calidad desarrollados por profesionales INIA”, indicó Barba.
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