Los productores buscaban variedades con mejor sabor, pero lo que encontraron fue un híbrido que sobrevivió a una helada que mató a todos los demás. Dado que el calentamiento global amenaza la supervivencia de las cosechas tradicionales, este nuevo café creado por podría ser la salvación.
El cultivador de café del Centro de Educación Superior e Investigación Agrícola Tropical (CATIE), de Costa Rica William Solano sostiene en sus manos un recipiente con la mezcla del café del futuro. No se trata de un nuevo tipo de macchiato ni de un café medio tostado de grano entero: es una nueva variedad híbrida de café que podría funcionar mejor en nuestro medio ambiente cada vez más cambiante.
Mientras me muestra una placa de Petri con docenas de embriones de plantas que parecen palomitas de maíz, me dice: «Este se llama Centroamericano». Expertos como él combinan dos variedades de café genéticamente distintas y complementarias para crear híbridos con las mejores características de cada una.
El Centroamericano no fue creado pensando en el cambio climático. Sus productores buscaban resistencia a enfermedades, rendimiento y sabor. Tres características en las que el Centroamericano ya era un éxito. De él sale un café de alta calidad, con una producción de un 20 % más de granos de café de media por hectárea y con una gran tolerancia a la roya del cafeto, una plaga muy peligrosa. Pero un invierno, este grano de café reveló algo sorprendente. En la noche del 6 de febrero de 2017, en un centro de investigación en Laos donde analizaban docenas de variedades de café, las temperaturas bajaron tan drásticamente que las heladas ennegrecieron y dañaron seriamente a la mayoría de las plantas en la parcela. A las 7 de la mañana, solo sobrevivían tres filas: las del café Centroamericano y otras dos variedades híbridas de Centroamérica.
Los científicos están empezando a ser conscientes de que esos híbridos podrían ser más adecuados para resistir las extremas temperaturas que probablemente acompañen al cambio climático. Un estudio de 2015 realizado por el investigador del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) Christian Bunn y sus colegas, concluyó que, según una estimación media de la gravedad del cambio climático, el área global adecuada para el café se reducirá en un 50 % para 2050, incluso a pesar del aumento de la demanda. «Con una situación climática cambiante, de repente la preocupación sobre la meteorología se vuelve mucho más importante», explica Bunn.
Entonces, ¿por qué sobrevivieron los híbridos? Cuando los padres pasan sus genes a su descendencia, como en este caso, el organismo resultante posee lo que los científicos llaman «vigor híbrido». «Es un efecto ampliamente conocido en otras áreas, pero nadie lo había estudiado en el café», señala el investigador del Centro Francés de Investigación Agrícola para el Desarrollo Internacional y uno de los principales expertos en la reproducción del café Benoît Bertrand. Aunque esa idea se suele usar en la producción de maíz y es bastante común en avicultura y en el arroz, fue el equipo de Bertrand quien lo aplicó por primera vez al café en la década de 1990, una innovación que dio lugar al Centroamericano y a un puñado de otros híbridos.
Este vigor es crítico para el café, un cultivo conocido por su escasa diversidad. El que se cultiva en América Latina tiene una reserva genética especialmente superficial, lo que lo hace particularmente vulnerable. En esta región dominan dos variedades arábicas introducidas inicialmente por los europeos. Aunque decenas de variedades diferentes de América Latina provienen de ahí, a veces mezclándose con una tercera variedad, se han producido generaciones enteras de cafetos que se han casado con sus primos.
Para superar este obstáculo genético, el equipo de Bertrand, en colaboración con el CATIE y con los institutos nacionales de café de América Central, crearon lo que se conoce como «híbridos F1». Este término se refiere la primera generación de dos plantas muy distintas genéticamente, pues combinan las mejores variedades locales con cepas etíopes genéticamente diversas de las que disponía el CATIE.
El proceso se hizo a mano. Tomaron polen de una planta y polinizaron las flores de la otra, lo que significa que estas variedades no se consideran organismos modificados genéticamente (OGMs) o transgénicos (aunque cabe recalcar que el cruce mediante polinización es solo una forma de mejoramiento genético más antiguo).
Cuando obtuvieron los resultados de las nuevas variedades, los datos mostraron un rendimiento muy superior. Su vigor híbrido era de entre 20 % y el 50 % más alto que el de sus padres, el rendimiento aumentó y algunas variedades empezaron a tolerar las enfermedades. «Los híbridos compiten en una categoría diferente», destaca el director científico de World Coffee Research (WCR), Christophe Montagnon, que es una organización sin ánimo de lucro que realizó el ensayo en Laos, donde el Centroamericano mostró su resistencia.
Los híbridos F1 parecen geniales, pero son caros. Sus semillas no están disponibles para ser plantadas, porque sus genes no son estables; en el caso de esta primera generación de dos cepas genéticamente distantes, si se plantan 100 semillas, producirán muchos tipos diferentes de plantas ya que los genes de los padres se reorganizan para crear nuevas combinaciones. «Perderíamos toda la estabilidad del híbrido, todo el vigor», explica el cultivador molecular en WCR Lucile Toniutti.
Los expertos tienen que elegir un híbrido concreto que les guste y clonarlo en un laboratorio. Esto implica cortar las hojas en trozos y colocarlas en una hormona de crecimiento para que se inflen en los embriones que Solano me mostró en el CATIE. El proceso tarda más de 18 meses y cuesta mucho dinero: cada plántula de híbrido F1 puede costar alrededor de 72 céntimos de euro, una cifra de dos a tres veces más cara que la de las variedades tradicionales.
Este problema es crucial y necesita ser resuleto, ya que 1,8 millones de personas en América Central, tanto los agricultores como los trabajadores de temporada que recogen los granos, dependen económicamente del café. Si bien algunos agricultores podrían pasarse al cacao, caucho u otros cultivos, comenta Bunn del CIAT, muchas personas se verían obligadas a abandonar las zonas rurales. Muchos podrían migrar al norte hacia México y Estados Unidos.
Solano afirma: «Estoy 100 % seguro de que el futuro del café depende del éxito de los híbridos». En marzo, fue a la finca del café experimental de Starbucks en Costa Rica y les entregó 50 nuevos híbridos para que los probaran. Vendrán más variedades, de su laboratorio y de otros, y los cultivadores se centrarán cada vez más en la resistencia al cambio climático.
Pero, ¿qué pasará si los híbridos no resisten el cambio climático tan bien como se espera? Solano concluye: «Nuestras predicciones más pesimistas se harán realidad».