Una actualización de las normas regulatorias permitirá a los científicos de Australia usar técnicas de edición del genoma en plantas y animales sin la aprobación del gobierno, siempre y cuando no se inserte material genético nuevo en el organismo editado.
El gobierno australiano no regulará el uso de técnicas de edición de genes en plantas, animales y líneas celulares humanas que no introduzcan material genético nuevo.
La decisión, anunciada el 10 de abril, es el resultado de una revisión de las regulaciones de tecnología genética del país.
[Recomendado: CRISPR: La herramienta de edición genética que está revolucionando la medicina y agricultura]Anteriormente, el uso de estas tecnologías para investigación, incluido CRISPR-Cas9, estaba restringido en la práctica porque las técnicas se regían por las mismas reglas que la ingeniería genética convencional (o específicamente, los cultivos transgénicos), que requieren la aprobación de un comité de bioseguridad acreditado por la Oficina del Regulador de Tecnología Genética (OGTR).
Las reglas enmendadas eliminan ese requisito para el uso de herramientas en las que las proteínas cortan el ADN en un sitio objetivo específico, siempre que las herramientas permitan a la célula huésped reparar la ruptura de forma natural, en lugar de utilizar una plantilla que contenga material genético para dirigir el proceso de reparación.
[Recomendado: ¿Por qué la edición genética es la próxima revolución alimentaria?]El fallo australiano es un «punto medio» entre las reglas de edición de genes más permisivos en los Estados Unidos, Brasil y Argentina, y las medidas más duras en la Unión Europea, afirman los genetistas James Hereward y Caitlin Curtis de la Universidad de Queensland en Brisbane, Australia.
En marzo de 2018, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos excluyó a las plantas editadas genéticamente de la supervisión regulatoria por completo. En contraste, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictaminó en julio del año pasado que trataría los cultivos editados genéticamente como organismos genéticamente modificados (OGMs, o transgénicos) sujetos a una regulación estricta.
[Recomendado: Gobierno de Estados Unidos da «luz verde» a las nuevas técnicas de mejoramiento genético vegetal]El regulador australiano afirma que las ediciones genéticas hechas sin plantillas no son diferentes de los cambios que ocurren en la naturaleza y, por lo tanto, no representan un riesgo adicional para el medio ambiente y la salud humana. Las tecnologías de edición de genes que usen una plantilla, o que inserten otro material genético en la célula, continuarán siendo reguladas como ocurre con los cultivos transgénicos por las autoridades del OGTR.
«Esta es una decisión excelente y lógica», dice Gaetan Burgio, genetista de la Universidad Nacional Australiana en Canberra. Anteriormente, los científicos de plantas y biomédicos no sabían si la edición de genes con CRISPR-Cas9 se clasificaba como modificación por ingeniería genética, afirma Burgio. Ahora hay menos espacio para la confusión, agrega.
Antes de la actualización, las reglas no se habían revisado desde 2011, antes de que las tecnologías de edición de genes se generalizaran. Pero las regulaciones actualizadas no se aplican al uso de la edición de genes en embriones humanos para la reproducción, que está prohibido. Y leyes separadas cubren los productos alimenticios modificados genéticamente.
[Recomendado: Nuevas técnicas de mejoramiento genético para mejorar la seguridad alimentaria]Las actualizaciones también aumentan el monitoreo de los experimentos de control genético, en los cuales las modificaciones genéticas se propagan a través de toda una población, por ejemplo, para producir mosquitos estériles. Los investigadores que trabajan en esta tecnología (conocida como «gene drive» o «impulso genético») en entornos confinados, ahora necesitarán obtener una licencia del OGTR.
La nueva normativa australiana entrará en vigencia el 8 de octubre, y Australia pasaría a conformar el grupo de países pioneros en aprobar la edición genética para uso agrícola junto a Argentina, Chile, Brasil, Estados Unidos, Colombia, Israel y próximamente Japón.