El 12 de abril de 2019, el Instituto Flandes de Biotecnología (VIB) en Bélgica, recibió un permiso para su ensayo de campo con plantas de maíz que contienen pequeños cambios hereditarios inducidos por edición genética con CRISPR. La obtención de este permiso le permite al VIB continuar el trabajo de campo que ya se inició en 2017.
Una sentencia del Tribunal Europeo de Justicia (TJCE) de julio de 2018 provocó una decisión de las autoridades belgas de que tal experimento de edición con CRISPR requiriera de un permiso. Antes de la sentencia, este no era el caso. El TJCE decidió que los pequeños cambios hereditarios (las llamadas mutaciones) inducidos a través de edición con CRISPR no están exentos de la legislación aplicable a los transgénicos (una tecnología más antigua de modificación genética); esto a pesar que si las mismas mutaciones fueran provocadas a través de radiación ionizante o productos químicos no necesitarían seguir estas reglas.
[Recomendado: Edición Genética: Científicos europeos exigen una política basada en la ciencia]Sin embargo, existe un consenso científico de que CRISPR le permite a uno producir las modificaciones deseadas en los cultivos de una manera mucho más eficiente y quirúrgica. La técnica CRISPR puede ayudar al desarrollo de cultivos que pueden contribuir a importantes objetivos de sostenibilidad, como reducir el impacto ambiental de la agricultura, fortalecer las plantas contra el estrés climático, mejorar el contenido nutricional de los cultivos alimentarios y proteger la biodiversidad. En muchos casos, esto implica la introducción de pequeñas variaciones hereditarias (mutaciones) que podrían surgir espontáneamente en la naturaleza o por medio de métodos de mejoramiento tradicional. En estos casos, los cultivos editados con CRISPR son indistinguibles de sus contrapartes desarrolladas por métodos tradicionales.
[Recomendado: Más de 85 instituciones científicas europeas apoyan la edición genética en agricultura]El VIB está satisfecho de que se le haya otorgado el permiso, pero lamenta que los mutantes generados por CRISPR desde un punto de vista legal se traten de manera diferente a los mutantes tradicionales indistinguibles para los que no se requiere un permiso.
[Recomendado: Las políticas europeas anti-transgénicos están matando a los africanos]Dirk Inzé, director científico del VIB-UGent Center for Plant Systems Biology, afirma: «Existe un consenso mundial de que los cultivos editadoscon CRISPR son al menos tan seguros como los mutantes generados tradicionalmente».
En las plantas de maíz del ensayo de campo, se inducen mutaciones en los genes involucrados en la reparación del daño del ADN. Los investigadores esperan que esto haga que el daño al ADN en estas plantas, causado por el estrés ambiental (calor, radiación UV, sequía …), se acumule más fácilmente. A través de esta alteración, las plantas pueden utilizarse como un biosensor para señalar las consecuencias del estrés ambiental en el nivel de ADN. El ensayo de campo científico se centra en la investigación básica sobre las consecuencias de las circunstancias cada vez más difíciles en que las plantas están expuestas debido al cambio climático. Estas plantas no están destinadas a desarrollarse más allá de eso y no entrarán en el mercado ni en la cadena alimentaria.
[Recomendado: Conoce al agricultor italiano que libra una batalla solitaria contra la oposición europea a los transgénicos]VIB colaborará con el «Instituto de investigación Flandes para la agricultura, pesca y alimentación» (ILVO) para los aspectos prácticos de la prueba de campo del maíz editados con CRISPR.