La biotecnología ha sido fuente de competitividad, desarrollo y crecimiento para el mundo agrícola. Por ello, importantes países de la agricultura mundial han adoptado hace décadas el cultivo de variedades vegetales desarrolladas por esta tecnología.
En el caso de Chile, la industria semillera ha jugado un rol estratégico muy importante para el mundo agrícola al ser el principal productor de semillas biotecnológicas en contraestación.
De esta forma, las exportaciones de la industria semillera chilena tuvieron como eje central de su gran crecimiento, que llegó a US$ 651 millones el año 2013, la producción y exportación de semilla transgénica. Lo anterior significó un aporte a la economía de la agricultura chilena muy relevante, tanto en ingresos como en puestos de trabajo
Para llegar a este positivo escenario, fue necesario el desarrollo de capacidades tecnológicas, expertis empresarial y mucha inversión en infraestructura.
Es importante considerar que la producción de semilla transgénica se realiza en Chile bajo estrictas condiciones regulatorias, a través de la Resolución 1523 del SAG. Adicionalmente, la Asociación Nacional de Productores de Semillas, ANPROS, posee un sistema de autorregulación de la industria que contribuye a que la producción sea posible, cumpliendo a cabalidad las estrictas regulaciones de la autoridad competente, el SAG. Esta autoregulación consta de un Sistema de Información Geográfico y numerosas normas de producción de semilla, complementarias a todas las medidas de bioseguridad establecidas por el Servicio Agrícola y Ganadero.
Por otro lado, Chile destaca por su rol en programas de investigación y desarrollo de semillas de contraestación para el Hemisferio Norte. En este contexto, la mayoría de los eventos de maíz, soya y canola transgénicos que hoy se comercializan en el mundo han pasado por Chile en su etapa de desarrollo, convirtiendo al país en un actor clave para esta actividad.
De esta manera, la investigación de campo y la producción de semilla transgénica ha permitido al país mantenerse vinculado con estas tecnologías de alto impacto y desarrollo a nivel mundial, que se han constituido en el eje del desarrollo de la agricultura en la mayoría de los países de América.
Esperamos que la evolución y dinamismo de la biotecnología agrícola se constituya en el futuro en una alternativa productiva que permita retomar el crecimiento de la producción de semilla como alternativa productiva segura y rentable para la agricultura chilena.
Mario Schindler
Director Ejecutivo ANPROS
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