Investigadores desarrollaron un tomate genéticamente modificado rico en pigmentos para dar a los peces de cultivo en piscifactorías un saludable brillo naranja/rosado a su carne. Esto entrega una alternativa sustentable a los colorantes derivados de productos petroquímicos ambientalmente nocivos utilizados normalmente para alimentar peces de factorías.
Imagínese una sociedad en la que los peces se crían en piscinas y se alimentan de alimentos mezclados con tintes de tomates genéticamente modificados para hacer creer a los consumidores que los peces en sus platos crecieron en libertad, nadando, cazando y siendo cazados. Suena como algo fuera de la ciencia ficción distópica, pero ese futuro está, potencialmente, a la vuelta de la esquina.
En la naturaleza, peces como el salmón o la trucha comen crustáceos o insectos con pigmentos naturales que le dan a su carne un tinte rosado o rojo. Mientras que los peces criados en estanques o corrales marinos no reciben tal coloración natural. Su carne es a menudo rosa pálido o incluso gris, no tan apetecible para los consumidores acostumbrados a un color rosa saludable. Los acuicultores añaden rutinariamente tintes derivados del petróleo a la alimentación del pez para enmascarar esta falta de coloración silvestre. Pero un grupo de investigadores cree que ha encontrado una mejor manera de adquirir estos coloridos aditivos comestibles. En lugar de fabricar tintes de productos petroquímicos, están cultivando colorantes en tomates genéticamente modificados (GM).
Marilise Nogueira, una estudiante de posgrado en el Royal Holloway de la Universidad de Londres, que dirigió el proyecto, dice que el objetivo era encontrar una forma alternativa de producir cetocarotenoides, la clase de compuestos coloridos utilizados para teñir peces, de una manera que no depende de petroquímicos ambientalmente nocivos.
[Recomendado: Desarrollan planta transgénica alta en omega-3 que puede salvar a los peces de la sobrepesca]La empresa dice algo sobre el momento cultural y científico en el que nos encontramos, recurriendo a la modificación genética para reemplazar un producto derivado del petróleo que se utiliza para compensar la eliminación de un proceso natural.
Los seres humanos han estado tiñendo alimentos producidos por animales de granja durante siglos o más, a menudo por razones igualmente engañosas. La mantequilla, por ejemplo, se realzaba rutinariamente con achiote, un tinte amarillo derivado de las semillas del árbol de achiote. Mientras que la mantequilla sin teñir fluctuaba en color, volviéndose más o menos amarilla dependiendo de la época del año y la dieta de la vaca que la producía; el uso del extracto de achiote permitió a los agricultores establecer el color de la «buena» mantequilla. El color también se agregó a los quesos y las carnes preparadas, como las salchichas.
En la década de 1900, los tintes orgánicos elaborados a partir de sustancias comestibles como el achiote, la espinaca y el azafrán fueron reemplazados en gran medida por tintes sintéticos, que son más baratos de producir y más consistentes en calidad.
[Recomendado: Estados Unidos aprueba primera factoría de salmón transgénico de rápido crecimiento]En los últimos años, sin embargo, la sociedad ha cambiado de los tintes sintéticos a los derivados de las plantas, dice el historiador de alimentos Ai Hisano de la Universidad de Kyoto en Japón. Hisano considera que el tinte de pescado derivado de tomate encaja con este cambio, aunque de una manera muy moderna.
Ya sea que los tomates genéticamente modificados sean parte de una visión distópica o simplemente los últimos en una larga línea de desarrollo agrícola, el trabajo requirió algunas manipulaciones inteligentes de los genes de los tomates para obtener los tintes requeridos.
Naturalmente, los tomates producen tintes similares llamados carotenoides, que les dan su color rojo característico. Pero los tomates no producen estos compuestos en concentraciones lo suficientemente altas como para que sean un colorante viable para la alimentación de los peces.
[Recomendado: Los ácidos grasos de semillas oleaginosas transgénicas podrían reemplazar al aceite de pescado]Entonces, usando una variedad de tomate llamado Moneymaker que había sido modificado genéticamente para agregar ADN bacteriano asociado con la producción de cetocarotenoides, los investigadores desarrollaron un tomate para hacer esos diferentes compuestos coloridos. Pero la modificación genética por sí sola no fue suficiente para obtener el tomate necesario de alto rendimiento.
Tomó una técnica de mejoramiento genético tradicional como el cruce obtener los resultados que querían. Los investigadores cruzaron sus tomates modificados con una variedad que es extra alta en betacaroteno, un carotenoide que se produce naturalmente en los tomates. (Esa segunda variedad era en sí misma un cruce de dos tomates: el tomate de jardín domesticado y el tomate silvestre de Galápagos.) La combinación de las dos líneas de tomate produjo un tomate que producía altos niveles de cetocarotenoides.
Los investigadores cultivaron sus tomates modificados en un invernadero cerrado en el Reino Unido. Los tomates se liofilizaron y se enviaron a Alemania, donde se pulverizaron y se mezclaron con la alimentación de la trucha cultivada en piscinas. Los científicos descubrieron que los peces absorbieron aproximadamente el doble de cetocarotenoides del tomate que de una cantidad equivalente de tinte derivado de petroquímicos.
Nogueira dice que estaba sorprendida por la eficiencia con que los tintes del tomate eran metabolizados por los peces.
Aún no se sabe por qué los tomates son una forma tan efectiva de colorear la carne de los peces, dice Paul Fraser, un bioquímico del Royal Holloway y supervisor de Nogueira. Pero el avance reduce el costo de los peces con carne teñida y «hace que todo el proceso sea mucho más fácil y sostenible», dice.
Por ahora, el rol de Fraser y Nogueira en esta investigación está llegando a su fin. Con el concepto básico probado, Fraser dice que ahora le toca a otras partes industriales e instituciones de investigación llevarlo más allá.
El futuro de la piscicultura aún está cambiando. Pero ya sea que se piense en un futuro donde los peces cultivados obtienen su delicioso color al comer tomates genéticamente modificados mejorados con genes de bacterias es distópico o maravillosamente novedoso, ese puede ser el futuro que se viene.