Actualmente, Japón realiza ensayos de campo con arroz genéticamente modificado por primera vez en un ensayo de la Organización Nacional de Investigación de Agricultura y Alimentos (NARO) el cual comenzó a sembrar este cultivo al aire libre en forma experimental. Este es un paso hacia la aplicación práctica de la edición del genoma de plantas que se espera aumente significativamente el rendimiento de los cultivos de arroz.
Los investigadores no están usando el enfoque de modificación por transgénesis, que consiste básicamente en la inserción de genes de especies distintas, sino que nuevas técnicas de edición génica que modifican los propios genes del cultivo.
En el proceso de edición, dos genes en la planta de arroz se detienen para que dejen de funcionar a través de la adición de otros genes que sirven como “tijeras moleculares”. Al cambiar el equilibrio hormonal de las plantas, el número de cáscaras en cada oído de arroz aumenta, al igual que el tamaño de los propios granos de arroz.
El proceso es parte de una estrategia nacional para seguir desarrollando la agricultura y expandir las exportaciones. El objetivo final es obtener un aumento del 50% en el rendimiento de los cultivos. Sin embargo, aún no está claro si Japón clasificará estas plantas como cultivos genéticamente modificados (transgénicos) y el país aún no ha formulado una regulación para estos, por lo que sigue siendo desconocido si estos cultivos podrán introducirse sin problemas.
El gobierno central aprobó la edición genética de las plantas de arroz en abril, después de que los expertos dieron luz verde. El 23 de mayo, NARO sembró este cultivo en un ensayo de campo aislado y en octubre los funcionarios comprobarán si la edición del genoma ha tenido el efecto deseado, si el polen está siendo dispersado de las plantas y si se presentan cambios no deseados.
Mientras tanto, sigue siendo incierto si los cultivos producidos a través de la edición del genoma estarán sujetos a la ley que restringe la liberación de los cultivos genéticamente modificados (o transgénicos) al medio ambiente, comúnmente conocida como el Protocolo de Cartagena.
En el último experimento, los genes externos se añaden a las plantas de arroz en la etapa de cultivo pero, como resultado de la repetición de la fertilización cruzada, en el momento en que el arroz se convierte en alimento ninguno de los genes añadidos permanece. Los investigadores dicen que esto no es diferente de la mutación natural.
La cuestión de cómo tratar los cultivos modificados cuando ninguno de los genes externos permanece ha sido un punto de discusión en todo el mundo. Nueva Zelanda, por ejemplo, restringe tales cultivos pero Argentina no. Aún no se ha iniciado una discusión a gran escala sobre el tema en Japón.
La resistencia a los alimentos genéticamente modificados sigue siendo fuerte en Japón. Grupos de consumidores han expresado su preocupación por el último experimento. Sin embargo Hideaki Karaki, director del Instituto de Investigación de la Industria Alimentaria de Japón, dice que no hay necesidad de preocuparse. “En los casos en que los genes añadidos no permanecen, no es diferente de la mutación natural. Es extraño enfocar las preocupaciones en el proceso“, añadió.
Akira Komatsu, investigador principal de NARO, comentó: “China está desarrollando plantas de arroz a través de edición genética a un ritmo imparable y estamos preocupados por la competencia internacional. Queremos esforzarnos para mejorar nuestros cultivos a través de pruebas de campo, para poder proporcionar información precisa”.