Un estudio realizado por expertos de Estados Unidos y Reino Unido examinó los riesgos del clima extremo en el sistema alimentario mundial, en donde la ciencia y tecnología desempeñan un papel fundamental para enfrentar esta problemática.
El estudio “Clima extremo y resistencia del sistema alimentario mundial” elaborado por el “UK-US Taskforce on Extreme Weather and Global Food System, Resilience”, un equipo de expertos de Reino Unido y Estados Unidos, tuvo como objetivo examinar los riesgos del clima extremo en el sistema alimentario mundial, así como las consecuencias de las respuestas políticas y de mercado ante las crisis de producción derivadas de eventos como grandes sequías o inundaciones, entre otros.
Según recuerda en el informe el representante especial del secretario de Asuntos Exteriores del Reino Unido para el cambio climático, David King, “sabemos que el clima está cambiando” y sus efectos “están teniendo un gran impacto en la población, en su capacidad para vivir y alimentar a sus familias”.
Entre las conclusiones, el estudio plantea que es necesario adaptar la agricultura a los cambios del clima, elevando la productividad, recortando la brecha entre los rendimientos actuales y los alcanzables y, al mismo tiempo, reducir el impacto ambiental.
Y resalta que eso “requiere una significativa inversión pública y privada, así como una colaboración entre científicos, agricultores, especialistas en agua y medioambiente, proveedores de tecnología y políticos”, entre otros.
Los expertos también recomiendan comprender mejor a qué riesgos se enfrentan los agricultores y cómo coordinar mejor su gestión y así mismo, resaltan la necesidad de mejorar el funcionamiento de los mercados internacionales y la resistencia de las naciones a las crisis de precios de materias primas agrícolas.
Vale la pena recordar que el más reciente informe de la ONU sobre proyecciones de población mundial estima que en 2030 habrá 8.501 millones de personas, que se incrementarán a 9.725 en 2050 y a 11.213 en 2100; por su parte, la FAO alerta que en 2050 la demanda de alimentos aumentará un 60% por encima de los niveles actuales.
Por esto se hace necesario que se utilicen herramientas como la biotecnología moderna, la ciencia, la Investigación + Desarrollo y la innovación para desarrollar nuevas variedades que sean resistentes a los climas extremos, a enfermedades y virus, a plagas y que puedan hacer un uso más eficiente del agua.
Actualmente, científicos e investigadores de todo el mundo (tanto de empresas como de universidades y centros de investigación) realizan esfuerzos para desarrollar este tipo de cultivos y otros que, por ejemplo, tengan mayor contenido de vitaminas y sean más nutritivos que ayuden a mejorar la calidad de vida de poblaciones vulnerables.