Miguel Ángel Sánchez, Director Ejecutivo de ChileBIO, advirtió que con la actual legislación los agricultores chilenos están en desventaja y tienen menor competitividad respecto de otros países.
En 2014, Chile exportó US$191 millones en semillas transgénicas, lo que da cuenta de la importancia de este rubro y del gran potencial de crecimiento que existe para otros rubros de la agricultura en caso de implementarse una regulación para el cultivo de transgénicos.
La Asociación gremial ChileBIO agrupa a las compañías desarrolladoras de biotecnología agrícola y hace algunos años viene planteando la necesidad de contar una legislación moderna que responda a las demandas del sector.
Su director ejecutivo, el biólogo y doctor en Ciencias Biológicas con mención en Genética Molecular y Microbiología, Miguel Ángel Sánchez (36), destacó que existe bastante desinformación en la comunidad y también entre los agricultores respecto del tema.
El mito de la prohibición
– ¿Cuál es el principal mito en torno al cultivo de transgénicos en Chile?
– El principal mito en torno a los transgénicos en Chile es que éstos están prohibidos. La resolución 1523 del SAG del año 2001 regula la producción de semillas con fines de exportación. La Ley 20.417 de Medio Ambiente y su reglamento de 2013 establecen que para utilizar transgénicos con fines agrícolas distintos a la producción de semillas con fines de exportación y a actividades de investigación y desarrollo, éstos se deben someter al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental. Por su parte, la norma 83 del Minsal del año 2007 establece un procedimiento para generar un listado de transgénicos autorizados para alimentación humana.
– ¿A qué atribuye usted la fuerte oposición que genera el desarrollo de este tipo de cultivos entre grupos ambientalistas?
– Más que argumentos ambientalistas, habitualmente se utilizan argumentos ideológicos en el debate, lo que lleva a confusión en el oyente. Existe mucha desinformación sobre el tema y por lo general estos grupos no se basan en la técnica y científica disponible.
– ¿Y qué le responde a aquellos agricultores orgánicos críticos de los transgénicos?
– La agricultura orgánica por una cuestión filosófica se autoimpuso la exigencia de no utilizar transgénicos en su producción. Así, para poder certificarse como orgánico hay que demostrar que no se utilizaron transgénicos. Hipotéticamente, si dos cultivos sexualmente compatibles se encuentran próximos, existe la posibilidad que se polinicen entre sí provocando la presencia accidental de un cultivo en un campo (en ambas direcciones) y podría eventualmente hacer que un agricultor orgánico no se pudiese certificar como tal. Sin embargo esto es relativamente fácil de evitar cultivando cultivos no sexualmente compatibles en la proximidad (ej. una papa con un maíz no se cruzan). De hecho un buen ejemplo es que los principales países productores de órgánicos (Australia, EE.UU., Argentina) son a su vez los principales países productores de transgénicos, y problemas de certificación, hasta donde yo sé, no han ocurrido.
– ¿Cuáles son las principales ventajas que ofrece el desarrollo de cultivos transgénicos?
– La tecnología de los cultivos transgénicos permite enfrentar los desafíos que tienen los agricultores en el campo como a su vez permite desarrollar mejores alimentos para el consumidor. A los cultivos transgénicos que hoy día existen, y que están disponibles comercialmente, se les han introducido genes para que produzcan proteínas que permitan controlar ciertos insectos plaga, o tolerar un herbicida específico para controlar de manera eficiente las malezas, o adaptarse a condiciones ambientales adversas.
Regulación legal
– ¿Qué perspectivas de crecimiento tiene este sector en Chile?
– La producción de semillas transgénicas con fines de exportación es una actividad estrictamente regulada en Chile y ha sido una actividad exitosa en el país. La producción de grano o semillas transgénicas para uso doméstico necesita de un subreglamento que establezca un procedimiento para obtener autorizaciones de uso. Cuando exista ese procedimiento, la perspectiva es que los agricultores chilenos podrán optar por el uso de cultivos mejorados que se adapten a las necesidades y desafíos que tienen en el campo. Además estimulará el desarrollo de cultivos transgénicos “made in Chile” tanto en universidades como empresas.
– Como asociación gremial, ¿han tenido acercamientos con el Gobierno y los parlamentarios para avanzar hacia una legislación sobre el tema?
– Desde el año 2009 que hemos venido planteando nuestros puntos de vista sobre este tema con distintos actores relevantes. Generalmente hay desconocimiento del tema condimentado con mitos populares de la tecnología. Nuestro rol fundamental ha sido informar, educar y divulgar en temas de biotecnología agrícola, en especial sobre los cultivos transgénicos.
– ¿Qué consecuencias negativas puede tener para el sector alimentario chileno mantener la actual legislación?
– Como hace falta el subreglamento de la ley de medio ambiente, los agricultores chilenos están en desventaja y tienen menor competitividad que los agricultores de los demás países de la región. Por ejemplo, Argentina, Bolivia, Brasil, Uruguay, Paraguay y Colombia producen transgénicos y Chile los importa. Nuestros agricultores son los principales afectados con la situación actual.
– ¿Por qué existe tanto hermetismo respecto de la ubicación de los cultivos de semillas transgénicas en el país?
– Habitualmente las empresas semilleras han entregado la información de ubicación cuando se les ha requerido. El problema es que en otros países ha ocurrido que cuando se ha sabido la ubicación de campos con transgénicos, grupos radicales ambientalistas los han destruido. No se ha querido correr ese riesgo acá debido a los niveles de inversión que existe en la producción de semillas.
Fuente: La Discusión (https://www.ladiscusion.cl/index.php/economia/entertainment-news1928273029/economia/46123-el-principal-mito-de-los-transgenicos-es-que-estos-estan-prohibidos)