América Latina será una «región faro» para el resto del mundo en el ámbito de la biotecnología agrícola, según afirmaron distintos expertos en agricultura y alimentación reunidos en el foro Internacional CropLife «América Latina. Alimentos para el mundo» celebrado el pasado martes en Santiago de Chile.
«América Latina va a tener un importante rol en el siglo que justo ahora empezamos gracias a su apuesta por la tecnología y la innovación en el ámbito de la agricultura», apuntó el experto en innovación Raúl Rivera durante una de las ponencias del foro que fue inaugurado por el ministro de agricultura chileno, Carlos Furche.
La biotecnología agrícola, que manipula la estructura genética de organismos que son utilizados en la producción o elaboración de productos agrícolas, es, según Rivera, la ciencia que «va a transformar la industria a nivel mundial en los próximos años».
Latinoamérica, la reserva cultivable más grande del mundo, lleva varios años experimentando en este ámbito y «podría convertirse en un modelo global de desarrollo sustentable y de calidad en 2050», vaticinó Rivera y vaticinó que para esa fecha el planeta tendrá unos 9.000 millones de habitantes que necesitarán ser alimentados.
«La región ostenta el 24 % de la tierra productiva del planeta y solo estamos exportando el 11%», dijo a Efe el presidente ejecutivo de la organización gremial internacional CropLife Latin America, José Perdomo.
Para Perdomo la biotecnología será uno de los «ingredientes más importantes del futuro de Latinoamérica, como lo fueron en su día los fertilizantes, las semillas mejoradas o la irrigación por goteo».
Con la aplicación de este tipo de tecnología e innovación en la agricultura se consigue producir más alimentos con menos recursos, algo que según Perdomo será «fundamental» en las próximas décadas en las que se espera que aumente en un 55 % el consumo mundial y el 25 % del suelo no sea apto para el cultivo.
En opinión del ejecutivo, la sociedad debería «abrazar» este tipo de tecnología, pues «el miedo a los transgénicos es infundado». «Este es un temor producto de la desinformación y de lo difundido por unas organizaciones que aprovechan la situación para generar atrasos en la evaluación y adopción de estas tecnologías», explicó Perdomo.
Para reforzar su argumento, el ejecutivo hizo referencia al caso de Estados Unidos donde desde hace dos décadas alimentan al ganado con soja o maíz transgénico y, a su juicio, «la carne es exactamente igual que antes».
«Dentro de 20 años veremos que todos estos miedos estaban infundados y miraremos hacia atrás y nos arrepentiremos de no haber dejado avanzar esta tecnología a un ritmo adecuado a cada uno de los países en los que todavía está en evaluación», sentenció Perdomo.
Una opinión matizada por el científico Sanjaya Rajaram, premio mundial de la alimentación 2014, quien en declaraciones a Efe aseguró que «hay que ser sumamente cuidadoso al trabajar con este tipo de tecnologías».
«Cuando cruzamos una especie con la otra podemos transferir no solo los buenos genes sino también los malos. Eso quiere decir que necesitamos una buena legislación a nivel intergubernamental», añadió el científico indio que este martes también estuvo presente en el foro.
Asimismo, el ganador del llamado «Nobel de la Paz de la Alimentación y la Agricultura», aseguró que el mal uso de los transgénicos podría generar una dependencia económica de los pequeños agricultores, quienes «no dispondrán del dinero necesario para pagar una tecnología que es cara».
«El 72 % de los agricultores a nivel mundial son pequeños por lo que yo propongo que los gobiernos subsidien una parte del precio de estas semillas. Tanto los grandes latifundistas como los modestos campesinos deben tener acceso al mismo tipo de tecnología», recalcó Rajaram.
Fuente: Agencia EFE