Desde su surgimiento a mediados de la década de los 90, los cultivos transgénicos han sido combatidos con fuerza por grupos de activistas de todo el mundo. A pesar de esto, la siembra de varios productos como la soya y el maíz transgénico ha sido adoptada por diversos países, aumentando notablemente la producción de alimentos, ya que se incrementa el rendimiento de la superficie sembrada.
Esto es lo que destaca el profesor Calestous Juma, del Centro Belfer para la Ciencia y los Asuntos Internacionales de la Universidad de Harvard. Al hablar esta semana sobre el tema de la innovación agrícola ante los estudiantes graduados de la U. de McGill, en Montreal, Canadá, este académico entregó un panorama global sobre los beneficios de los cultivos transgénicos.
«Desde 1996 y hasta el 2011, estos cultivos permitieron ahorrar cerca de 473 millones de kilos de pesticidas», explica Juma. Y continúa: «También redujeron en 23.100 millones de kilos el dióxido de carbono, el equivalente de haber sacado de los caminos a unos 10 millones 200 mil automóviles. Y sin estos cultivos transgénicos, el mundo habría necesitado casi 109 millones de hectáreas de cultivo adicionales», casi el área de un país como Etiopía.
Por esta razón, este experto llamó a los jóvenes a dedicarse a las ciencias innovadoras que, por sí solas, pueden alimentar a los billones de nuevos habitantes que aumentarán la población mundial en las décadas que vienen.
Juma manifestó su preocupación porque mientras muchos países en desarrollo han adoptados estos cultivos, mejorando la alimentación de su gente, en África esto se encuentra prácticamente estancado. De los 28 países en el mundo que usan transgénicos, solo cuatro son africanos: Egipto, Sudán, Sudáfrica y Burkina Faso. En tanto, estos cultivos han sido aceptados por diversos países de América como Argentina, Brasil, Cuba y México, además de EE.UU. y Canadá. También China e India los usan.
Para el doctor Patricio Arce, de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Católica, los datos entregados por Juma sobre los impactos positivos que han tenido los transgénicos son ciertos.
Respecto de Chile, este investigador considera preocupante que no exista un marco legal para estos cultivos. «Esto frena nuestro desarrollo ya que, por ejemplo, le vendemos semilla de soya transgénica a los argentinos y después les compramos la harina», explica.
Según advierte, solo existe la autorización que da el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) para ensayos con semillas en terrenos confinados. «Esto es interesante como negocio, ya que somos el sexto exportador mundial de semillas, y estimo que un 50% de ellas son transgénicas», dice Arce.
Un aporte de los transgénicos que destaca el doctor Ricardo Pertuzé, profesor de mejoramiento de cultivos y producción de semillas de la U. de Chile, es que permiten disminuir el uso de químicos en la agricultura, como son los herbicidas. «La biotecnología es una tremenda herramienta y, efectivamente, tiene capacidades para disminuir el hambre, aumentando la producción de alimentos y haciéndola más limpia», dice Pertuzé.
Otro desarrollo que se ha producido es el de alimentos ricos en vitaminas, como el arroz dorado con vitamina E, o la golden banana con mayores contenidos de vitamina A.
Sin embargo, dice Juma, «la oposición a estas nuevas tecnologías está ensombreciendo la posibilidad de alimentar al mundo».
«A medida que los desafíos de la alimentación aumentan en el mundo, entonces la humanidad debe aumentar sus herramientas e incluir la modificación genética y otras tecnologías, como el monitoreo satelital de los recursos agrícolas».
Fuente : El Mercurio