El anuncio del pasado 4 de marzo hizo eco en todo el mundo: nuevas semillas transgénicas de maíz, trigo y soja, desarrolladas por investigadores de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) de Argentina son capaces de tolerar sequía y salinidad y, como si fuera poco, incrementan los rendimientos desde un 10% y hasta en un 100%, de acuerdo con la zona y al cultivo. Luego de los anuncios, y de vuelta en el laboratorio, el trabajo está lejos de haber terminado en torno al gen HaHb4 aislado del girasol, e introducido en plantas de interés agronómico.
La mayor productividad de los cultivos se vio en los resultados de los ensayos y se reprodujo en experiencias sucesivas; sin embargo, los especialistas no pueden explicar aún por qué. “Vamos a seguir estudiando para saber por qué estas plantas producen más. A nivel molecular, tenemos muchas preguntas abiertas y varias hipótesis para investigar”, explicó Raquel Chan, investigadora de la UNL y el Conicet, quien dirige la línea de investigación. “El resultado es esencialmente tecnológico. Falta hacer estudios en estas plantas (maíz, trigo y soja) que son más difíciles de abordar ya que no se tiene el genoma; pero estamos bien encaminados”, señaló la especialista.
La productividad es la clave para entender el impacto de este nuevo desarrollo biotecnológico. En cada uno de los ensayos a campo, bajo distintas condiciones, las semillas transformadas dieron mejores rendimientos que las del grupo control. Es decir que la incorporación del gen de girasol en cada una de las plantas de interés agronómico mejora la producción tanto cuando hay sequía como cuando no la hay.
Cuando más estresante es la situación y el rendimiento de la semilla normal es bajo, más sube el rendimiento y alcanza hasta el 100% de mejoría. Si el rendimiento ya naturalmente es muy bueno, sube entre el 5 y el 15%. “El hecho de que no haya penalidades en el rendimiento en ninguna condición es maravilloso en sí”, enfatizó la investigadora.
Los estudios que sustentan la patente son contundentes. Una vez culminada la fase de laboratorio comenzaron los ensayos a campo en los que ya se completó hasta una cuarta campaña. Se trata de un complejo diseño experimental en el que se sembraron unas pocas hectáreas de cada uno de los cultivos transformados que se deseaban evaluar (trigo, maíz y soja) intercalados con sus controles no modificados. Estas plantas, unas 80.000 por ensayo, se distribuyeron en cinco zonas del país para conocer su desempeño en diferentes condiciones: Santa Fe, Buenos Aires, Córdoba, Chaco y San Luis. Del análisis detallado de los resultados de cada una de las campañas en los distintos cultivos, los investigadores esperan hallar pistas que orienten la búsqueda de la clave de la productividad de los cultivos.
Lo que sigue
En paralelo, la empresa estadounidense Arcadia Biosciences y Bioceres (la actual licenciataria de la patente del gen HaHb4 modificado de la UNL y el Conicet) encararán el desarrollo, la desregulación y la comercialización internacional de eventos transgénicos de soja utilizados para la obtención de semillas.
En los próximos cuatro años, las empresas participantes del acuerdo invertirán 20 millones de dólares para la desregulación de la tecnología. La estrategia regulatoria implica la habilitación comercial en Argentina, Estados Unidos, Brasil, China e India, principales mercados de producción de soja. También se prevé la aprobación para usos alimenticios en la Unión Europea y en Japón.
Fuente: ArgenBIO