La superficie cultivada con maíz transgénico en Portugal creció en 2011 casi un 60% respecto al año anterior, alcanzando las 7.843 hectáreas totales. Este fuerte crecimiento, también sufrido en España con 97.326 hectáreas que representan ya el 26,5% del total de maíz grano sembrado en el país, refleja la necesidad por parte de los agricultores europeos de contar con más biotecnología agrícola dentro de la Unión Europea para así poder ser competitivos a nivel nacional e internacional.
La semana pasada la Asociación Europea de Bioindustrias (EuropaBio) organizó un viaje a Portugal en el que periodistas pudieron conocer la experiencia y necesidades agrarias de los agricultores portugueses. Éstos expresaron su necesidad de una mayor apuesta por la biotecnología agrícola y un claro aperturismo por parte de la Unión Europea para permitir el cultivo de todo cultivo transgénico que haya sido validado por Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) como seguro. En la mayoría de los casos, pese a tener el visto bueno científico, la Unión Europea no permite su cultivo pero sí que su producción sea importada.
João Grilo, agricultor portugués con sede en Vale do Mondego (Coimbra), comentó “he sembrado maíz transgénico desde 2006, y lo adopté porque logro reducir el ataque a las plantas, mejores cosechas y mejor calidad del grano. En la Unión Europea somos importadores de cultivos transgénicos que tenemos prohibido cultivar en nuestros campos. Estamos compitiendo en un mercado único pero con reglas diferentes. Una vez más, Europa y Portugal se están quedando muy por detrás del resto del mundo. “
Pedro Fevereiro, investigador y presidente del Centro de Información sobre Biotecnología (CiB Portugal), afirmó que “los cultivos transgénicos es una de las tecnologías disponibles clave para hacer frente a las dificultades a las que se enfrenta la agricultura. Es necesario aumentar la productividad y esta tecnología ya ha sido probada para que los cultivos alcancen su máximo rendimiento. Estos beneficios se basan en una larga experiencia de más de quince años en todo el mundo. Ya es hora de que los agricultores europeos puedan sacar provecho de esta tecnología”.
Fuente: Fundación Antama