El futuro de la producción agrícola mundial dependerá en gran medida de la innovación, la cual tendrá implicaciones para la seguridad alimentaria, la autosuficiencia alimentaria y el bienestar de los pequeños agricultores.
Los cultivos transgénicos constituyen una de las aproximaciones más innovadoras a la tecnología agrícola y su éxito no tiene precedentes (mil millones de hectáreas en los últimos 15 años), a pesar de la oposición de la Unión Europea (UE) por razones políticas e ideológicas. Este éxito rotundo de los cultivos transgénicos, que son la tecnología agrícola de más rápida adopción en la historia de la agricultura, se debe por entero a la innovación. Del mismo modo, la continuidad de este éxito a escala mundial dependerá de la capacidad de innovación de los distintos desarrolladores. Si no hay capacidad de innovar, se reducirán las tasas de crecimiento de la productividad agrícola. El último informe de perspectivas de la OCDE-FAO (2010) estima que la productividad agrícola de la UE se «estancará» entre 2010 y 2019, con un crecimiento de tan sólo el 4%, mientras que los países que practican la innovación biotecnológica (como Estados Unidos, Canadá, Australia, China, India y algunos países de América Latina) registrarán tasas mucho mayores, del 15 % al 40 %, durante el mismo período.
George Lyon, diputado al Parlamento Europeo, en su intervención en la Conferencia de Agricultura de Oxford en enero de 2011, advirtió que «los políticos explotan el temor de la gente a los transgénicos para su propio beneficio político» y aconsejó un cambio de rumbo. En un apasionado discurso, Lyon, que lidera la respuesta del Parlamento Europeo a la propuesta de reforma de la política agrícola común (PAC) presentada por la Comisión Europea, afirmó que «los agricultores europeos se están quedando atrás, cuando los transgénicos se están convirtiendo en la norma en el resto del mundo». Aun reconociendo que los cultivos transgénicos no son la panacea, Lyon señaló que «los cultivos transgénicos son una tecnología esencial… y es preciso salir del punto muerto en el que se encuentra Europa si no queremos quedarnos todavía más rezagados», añadiendo que «la agricultura ecológica y la agricultura no intensiva tienen su papel, pero no son en modo alguno la solución al problema que plantea la necesidad de duplicar la producción de alimentos para 2050».
Fuente: ISAAA