La agricultura convencional ha causado fuertes impactos ambientales y su huella ecológica puede reducirse utilizando la biotecnología y los cultivos transgénicos o genéticamente modificados (GM). Entre los progresos realizados hasta la fecha se incluye una notable reducción de los plaguicidas, el ahorro de combustibles fósiles, el descenso de las emisiones de CO2 reduciendo o eliminando el arado, y la conservación del suelo y de la humedad optimizando las prácticas agrícolas sin labranza mediante la aplicación de la tolerancia a herbicidas. La reducción del consumo de plaguicidas acumulada entre 1996 y 2009 se cifra en 393 millones de kilogramos (kg) de principio activo (p.a.), un ahorro del 8,8%, y sólo en 2009 hubo una reducción de 39,1 millones de kg de p.a., equivalente a un ahorro del 10,2%.
Por otro lado, es muy importante aumentar la eficiencia del consumo de agua para asegurar la conservación y disponibilidad de este recurso en todo el mundo. La agricultura consume actualmente el 70 % del agua dulce del mundo, y es evidente que esto no se podrá sostener en el futuro cuando la población aumente casi un 50 % hasta alcanzar los 9.200 millones de habitantes en 2050. Está previsto que los primeros híbridos de maíz GM con tolerancia a la sequía se comercialicen en Estados Unidos en 2012. También se ha incorporado la tolerancia a la sequía a otros cultivos, como el trigo, que ha dado buenos resultados en los primeros ensayos de campo realizados en Australia, donde las mejores líneas han producido un 20% más que sus equivalentes convencionales. Se considera que la tolerancia a la sequía será de gran ayuda para aumentar la sostenibilidad de los sistemas agrícolas de todo el mundo, sobre todo en los países en desarrollo, donde las sequías son más frecuentes y severas que en los países industrializados.
La urgente preocupación por el medio ambiente tiene implicaciones para los cultivos GM, que contribuyen a reducir los gases de efecto invernadero y frenar el cambio climático en dos direcciones principales. La primera es el descenso permanente de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) gracias a la menor aplicación de insecticidas y herbicidas, que reduce el consumo de combustibles fósiles, y al secuestro de carbono en la tierra gracias al empleo de métodos de labranza de conservación con los cultivos GM tolerantes a herbicidas (que necesitan poca o ninguna labranza). En total, en el 2009 la reducción combinada de emisiones fue de unos 18.000 millones de kg de CO2 lo que es equivalente a sacar de circulación a unos 8 millones de vehículos por un año.
Fuente: ISAAA