En un artículo publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, los científicos manifestaron la esperanza de que la papa transgénica encuentre buena aceptación debido a que emplea un gen de la semilla de amaranto, otro cultivo comestible.
«Dado que la papa constituye una parte importante de la dieta de muchas personas tanto en los países desarrollados como en desarrollo, parecería que esto puede sumar valor a los productos en base a papa con mayores beneficios para mejorar la salud humana», escribieron los autores.
El amaranto es una planta alta, de hojas abundantes y anchas que produce pequeñas semillas. Solía ser un alimento central en la alimentación azteca y de culturas americanas previas y comenzó a cultivarse en Estados Unidos a fines de la década de 1970.
Uno de sus genes, llamado AmA1, es considerado importante en términos agrícolas porque dota a la planta y a sus semillas con elevados niveles de proteína y concentraciones mayores de varios aminoácidos esenciales.
Dirigidos por Subhra Chakraborty, del Instituto Nacional de Investigación del Genoma de las Plantas en Nueva Delhi, los científicos insertaron el gen en siete tipos de papas y luego las cultivaron por dos años.
El equipo halló que las papas transgénicas contienen entre un 35 y un 60 por ciento más de proteína que el vegetal sin modificar. También contienen niveles aumentados de aminoácidos, fundamentalmente de lisina, tirosina y azufre, que suelen ser limitados en la papa.
Más aún, las plantas de las papas transgénicas exhibieron una mayor actividad fotosintética y un incremento en la biomasa total.
Los científicos indicaron que las papas transgénicas generadas se utilizaron para alimentar a ratas y conejos, y no se detectaron consecuencias adversas. Más de 1.000 millones de personas consumen papa a diario en todo el mundo.
Para acceder al artículo completo de forma gratuita seguir el siguiente enlace: http://www.pnas.org/content/early/2010/09/13/1006265107.long