Como siempre se ha dicho, tanto por los grupos anti-transgénicos como por los grupos pro-transgénicos, siempre hay que “ver” de dónde proviene una determinada información antes de emitir algún juicio.
En este contexto y en relación al artículo escrito por Jeffrey Smith titulado “Médicos advierten: Evite los Alimentos Modificados Genéticamente”, basado en la posición de la American Academy of Environmental Medicine, es preocupante la manipulación de la información, la falta a la verdad, y la falta de sustento científico para realizar semejante enunciado. Este artículo ha sido divulgado en Chile por grupos anti-transgénicos en la revista Mundo Nuevo (http://www.mundonuevo.cl/blog/articulos/medicos-advierten-evite-los-alimentos-modificados-geneticamente/) entre otros medios.
Antes de analizar lo dicho en este artículo, vale la pena primero preguntarse ¿qué significa Medicina Ambiental, qué especialidad es la Medicina Ambiental, dónde está reconocida? Pues bien, la American Academy of Environmental Medicine no es una entidad reconocida por el American Board of Medical Specialties, y además ha sido catalogada como una institución cuestionable en el Quackwatch (http://www.quackwatch.com), entidad que da a conocer fraudes científicos y curanderos.
En relación a los fundamentos y a las referencias “científicas” en que se basa el autor para emitir sus juicios, (basado en lo publicado en la revista Mundo Nuevo) cita sólo 10 publicaciones de revistas científicas de un total de 30 citas (Referencias 6, 10, 12, 17, 18, 20, 24, 26, 28 y 30). De estas, la referencia N°24 no está citada en el texto, por lo que quedan solamente 9. El resto de las referencias corresponden a “comunicaciones personales”, estudios no publicados en revistas científicas, citas imposibles de acceder, artículos de prensa y sitios web.
Análisis de las referencias científicas citadas
1. La referencia 6 es utilizada para decir “ratones alimentados con soya GM mostraron alteración del esperma juvenil [6]”. En la publicación misma se dijo que tanto la estructura de los testículos de las ratas como los patrones de expresión génica habían cambiado significativamente, desconociéndose la causa pero ligándose a alguna toxina presente en la dieta.
Con esto se especuló sobre los efectos en la fertilidad y en la salud de la progenie. Los autores de esta publicación no proporcionaron suficiente detalle como para que cualquiera pudiese ser capaz de repetir sus estudios. Por ejemplo, no se midió la cantidad de alimento consumido por cada grupo de animales y tampoco se midió el contenido de isoflavonas de la dieta, lo que realmente podría influir en ciertos niveles de enzimas y cambios celulares. No se utilizaron distintas cantidades de soya con el fin de buscar respuestas dependientes de la dosis. Por su parte, no se utilizaron suficientes muestras y las muestras no fueron lo suficientemente diferentes como para que los cambios tuviesen una real significancia biológica. ¿Podemos hablar de rigor científico en la publicación?
2. La referencia 10 es utilizada en el texto para decir que la toxina Bt “está diseñada para ser más tóxica” en las plantas GM. A su vez se utiliza la referencia 12 para decir en relación a la tóxina Bt y la salud humana que incluso “el aerosol natural bacteriano menos tóxico (conteniendo la toxina Bt) es dañino”. Sin embargo, ¿Por qué el autor omite decir que la tóxina Bt cuenta con una larga historia de uso seguro y no es tóxica para los mamíferos? Se puede acceder a las siguientes referencias:
– Siegel, JP. (2001). The Mammalian Safety of Bacillus thuringiensis- Based Insecticides. J. Invert. Pathol. 77:13-21.
– Betz FS, Hammond BG, and Fuchs, RL. (2000). Safety and advantages of Bacillus thuringiensis-protected plants to control insect pests. Regulatory Toxicology and Pharmacology 32:156-177. [Una revisión clave de la literatura científica que resume los usos de la proteína Bt para controlar insectos en la agricultura. Entrega información clave que sustenta la seguridad de la proteína Bt].
– Whalon ME & Wingerd BA (2003). Bt: Mode of action and use. Archives of Insect Biochemistry and Physiology, 54: 200-211).
3. La referencia 17 es utilizada para decir “En noviembre de 2008, el gobierno italiano también observó que los ratones presentaron una reacción inmunológica al maíz Bt [17]”. ¿Por qué no se dice que el maíz GM utilizado poseía una mayor cantidad de la micotoxina deoxinivalenol (DON) [1.300 μg/kg] en comparación con el maíz control [650 μg/kg] y que el nivel de DON en el maíz GM superaba el nivel permitido [750 μg/kg]? Claramente esto pudo causar la “reacción inmunológica”. Además, ¿Por qué tampoco se dice que los autores concluyeron que aún faltaba evaluar si las pequeñas alteraciones observadas tenían significancia biológica o si tenían un efecto real en la salud de los animales? Hasta hoy estos experimentos no se han repetido y no se ha podido verificar esto. Este es otro ejemplo de cómo los grupos anti-transgénicos siempre relatan la historia a medias.
4. La referencia 18 es utilizada para afirmar “La soya y el maíz transgénicos cada uno contiene dos nuevas proteínas con propiedades alergénicas[18]”. ¿Por qué no se dice nada acerca de que estudios post-mercado sobre alimentos GM han determinado la inocuidad de las proteínas recombinantes (transgénicas) utilizadas en los cultivos transgénicos actuales? Herouet y colaboradores (Regul Toxicol Pharmacol. 2005; 41: 134-149) encontraron que la proteína PAT (tolerancia al herbicida glufosinato) no es tóxica ni presenta características asociadas con alérgenos y además es fácilmente digerida en jugos gástricos simulados (Biol Pharm Bull. 2003; 26: 969-973).
La proteína CP4-EPSPS (tolerancia al herbicida glifosato) también es fácilmente digerida (J Food Hygienic Society of Japan 2002; 43: 68-73) y carece de inmunotoxicidad de acuerdo con ensayos realizados en ratones y ratas alimentadas con soya transgénica (J Food Hygienic Society of Japan. 2000; 41: 188-193). Batista y colaboradores (J Allergy Clin Immunol. 2005; 116: 403-410) realizaron un estudio post-mercado para CP4-EPSPS y Cry1Ab (resistencia a insectos) y no encontraron respuesta alérgica a estas dos proteínas en pruebas cutáneas y en “Western blotting”. Takagi y colaboradores (Regulatory Toxicology and Pharmacology. 2006; 44: 182-188), utilizando sueros de pacientes alérgicos a alimentos que contenían alérgenos conocidos, no encontraron sueros positivos con IgE (indicadores de alergenicidad) específica para PAT, CP4-EPSPS y Cry9c, mediante una prueba de ELISA mejorada y “Western blotting”.
Recientemente se estudió el potencial alergénico de materiales GM aprobados para comercialización en la Unión Europea (J Allergy Clin Immunol. 2005; 116: 403-410). Se tomaron a varios individuos, muchos de ellos niños, cuya probabilidad de haber ingerido alimentos genéticamente modificados fue cercana al 100%. Se examinaron extractos de maíz transgénico que contenían la proteína insecticida Cry1Ab y de soya transgénica resistente a herbicida y que expresaba la proteína PAT, así como estas proteínas puras. En pruebas cutáneas y de reactividad de IgE en “Western blotting”, utilizando sueros de pacientes con alergia documentada a alimentos, incluyendo maíz y soya, no se encontraron individuos que reaccionaran diferencialmente a las muestras transgénicas y no transgénicas incluidas en el estudio ni a las proteínas transgénicas puras. Estos resultados son indicativos de que los alimentos genéticamente modificados estudiados parecen ser seguros considerando su potencial alergenicidad.
Finalmente, una investigación evaluó la posibilidad de reactividad cruzada entre IgE, la cual es reactiva a la proteína Der p7 de ácaros, reaccionaba a la proteína que confiere resistencia a insectos Cry1F y, basados en que ambas proteínas compartían una secuencia idéntica de seis aminoácidos (Regulatory Toxicology and Pharmacology. 2006: 44: 136-143). Los resultados mostraron una ausencia de reactividad cruzada, restando así soporte a la utilización de una similitud en seis aminoácidos como criterio de potencial reactividad cruzada.
5. La referencia 20 es utilizada en el texto para afirmar “pruebas (de alergenicidad en piel) muestran que algunas personas reaccionan a la soya GM, pero no a la no GM[20]”. La realidad es que los autores de este trabajo dicen “de los 49 pacientes analizados, 13 reaccionaron a la soya convencional y 8 reaccionaron a la soya GM. Sólo 1 paciente reaccionó sólo a las soya GM”. Entonces ¿podríamos decir que la soya GM es menos alergénica que la soya convencional? Sin duda, los resultados no son significativos.
6. La referencia 26 es utilizada en el texto para afirmar “El gen insertado en la soya GM se transfiere al ADN de las bacterias que viven dentro de nuestro intestino, donde sigue funcionando[26]”. Curioso, porque la conclusión de los autores de la publicación fue “Concluimos que la transferencia de genes no ocurrió durante el experimento de alimentación”.
7. La referencia 28 analiza algunas publicaciones y hace la pregunta ¿Dónde está la evidencia científica que muestra que las plantas/alimentos GM son toxicológicamente seguros? Aparte de ser sólo una opinión que realiza el autor de esa publicación, recordemos que para la evaluación de seguridad de los alimentos GM se realizan exhaustivas y rigurosas pruebas de toxicidad, alergenicidad y contenido nutricional que garanticen la seguridad de estos alimentos.
Para realizar estas evaluaciones se utilizan los criterios establecidos por la Organización para la Agricultura y la alimentación de las Naciones Unidas (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), las cuales han establecido procedimientos para determinar la seguridad de los productos biotecnológicos. Países como Estados Unidos, Japón, Canadá, Australia, Argentina, Colombia, Brasil, UE, Korea y Rusia, entre otros, tienen sistemas regulatorios que les permiten determinar la seguridad de los productos de la biotecnología antes de su comercialización. Entonces, la respuesta a la pregunta podría ser: las agencias regulatorias de los países exigen la información de las evaluaciones de riesgo y en ellas basan sus decisiones.
8. La referencia 30 hace alusión a que al año 2005 las enfermedades crónicas habían aumentado en EE.UU. en comparación al año 1996, tratando de hacer alguna relación de este fenómeno con los alimentos transgénicos y su fecha de disponibilidad en el mercado. Sin embargo, en ninguna parte de la publicación se habla o se intenta asociar a los cultivos y alimentos transgénicos con el aumento de las enfermedades crónicas y no se entiende por qué Jeffrey Smith prefiere relacionar esto a los alimentos transgénicos y no al estilo de vida actual de una gran parte de la población (abuso de drogas y fármacos, alimentación no saludable, estrés, sedentarismo, etc.). Además, ¿cómo evolucionaron las enfermedades crónicas antes de 1996? Sin duda que sin este dato no se puede hacer la relación que el autor hace.
En la actualidad, no se reconoce que los cultivos GM dan cuenta de 134 millones de hectáreas sembradas en el mundo, en 25 países de los cinco continentes, y que cuentan con aprobaciones para consumo humano en un total de 57 países, sin haberse detectado ningún caso, absolutamente ningún caso, ni grave ni leve de efectos en la salud.
Cuando les conviene, y transmitiendo sólo verdades a medias o datos mal interpretados, los grupos anti-transgénicos difunden estudios científicos diciendo que la ciencia ha demostrado los efectos adversos para la inocuidad alimentaria y ambiental. Sin embargo, no dicen que esos estudios han sido desacreditados por la comunidad científica y por las agencias reguladoras de distintos países por su pobre calidad, mal diseño y conclusiones sin fundamento.
Para finalizar nos hacemos un par de preguntas ¿Los miembros de los grupos anti-transgénicos han leído y analizado las publicaciones que ellos mismos citan? ¿Han leído y analizado las publicaciones que dan cuenta de los impactos positivos de los cultivos transgénicos? La respuesta a esta dos preguntas parece ser no, y solamente transmiten lo que alguien les dijo, sin vacilación, transformándose en verdaderos íconos de la desinformación.